Ciudad del Vaticano (Martes, 12-02-2013, Gaudium Press) En uno de los últimos grandes actos previos al anuncio de su renuncia, Benedicto XVI visitó el Seminario Romano Mayor, con ocasión de la fiesta de la Virgen de la Confianza, que es patrona de ese Instituto y cuya conmemoración se celebra el sábado previo a la Cuaresma.
El Papa fue recibido con suma alegría por los cerca de 190 seminaristas y sus autoridades, alegría respondida igualmente con la complacencia del Santo Padre al ver el fervor del nutrido número de aspirantes al sacerdocio.
Foto: News.va |
Al comentar la Primera Carta de San Pedro en su «lectio divina», el Sumo Pontífice dijo que esa «primera Encíclica» de la Historia está «llena de la pasión de quien ha encontrado al Mesías, que luego pecó, y sin embargo permaneció fiel a Cristo». En aquella Carta, escrita desde Roma, «Pedro no habla como individuo, no como genio individualista. Habla en la comunión de la Iglesia», pues esas líneas habían sido escritas con la ayuda de otros hermanos en la fe.
El Papa resaltó el hecho de que San Pedro sabía que en la Ciudad Eterna encontraría el martirio, pero entretanto había enfrentado con decisión esa cruz reservada para él por la Providencia, constituyéndose así en gran ejemplo para el hombre de fe contemporáneo.
El Sumo Pontífice también habló sobre la «elección» de Dios, tema particularmente sensible para hombres llamados al sacerdocio: «Tenemos que sentirnos dichosos porque Dios nos ha dado esta gracia. La belleza de conocer la plenitud de la Verdad de Dios, la alegría de su amor». Elegidos, es una palabra que abarca privilegio y humildad al mismo tiempo -explicó el Papa-, pero nunca triunfalismo. El Pontífice señaló que en la actualidad los cristianos son el grupo más perseguido en el mundo, porque no pactan con la tendencia del egoísmo y del materialismo.
Benedicto XVI profundizó en esa sensación de exclusión en la que viven muchos cristianos hoy: «Recemos al Señor para que nos ayude a aceptar esta misión de vivir como dispersos, como minoría en cierto sentido, y a vivir como extranjeros, siendo responsables de los otros, dando fuerza al bien en nuestro mundo», dijo
Asimismo, el Papa hizo un llamado a la esperanza basado en un sano realismo: «Si bien la Iglesia muera aquí y allá por los pecados de los hombres, por su no creencia, el futuro es realmente de Dios: ésta es la gran certeza de nuestra vida».
Con información de Radio Vaticano
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