Brasilia (Lunes, 04-03-2013, Gaudium Press) Luego de ser iniciado el período de la Sede Vacante, después de las 20:00 horas, horario de Roma, del 28 de febrero, la Conferencia Nacional de los Obispos del Brasil, CNBB, distribuyó una carta a los obispos y arzobispos de todas las diócesis y arquidiócesis brasileñas.
En esa carta la entidad representativa de los obispos del Brasil «se une a los hermanos Arzobispos y Obispos, y a todas las comunidades esparcidas por las Iglesias Particulares, para vivir ese tiempo con particular dedicación a la oración en acción de gracias por los ocho años de pontificado del Santo Padre Benedicto XVI, y por los Cardenales que elegirán al nuevo Papa».
«Pidamos con insistencia al Señor que (…) nos ofrezca un pastor según su corazón, un pastor que nos guíe al conocimiento de Cristo, a su amor, a la verdadera alegría», recomienda la carta enviada al episcopado de Brasil, recordando el mismo pedido hecho en 2005 por el entonces Cardenal Joseph Ratzinger, antes del Cónclave que lo eligió Benedicto XVI.
En la carta también hay recomendaciones de orden práctica para que ese período de vacancia de la Cátedra de Pedro sea vivido en un ambiente de religiosidad y profundización espiritual: «durante este tiempo litúrgico de la Cuaresma, torne fértil el ambiente de nuestras comunidades para la realización de iniciativas, como la celebración de la Misa «POR LA ELECCIÓN DEL PAPA», la «ADORACIÓN AL SANTÍSIMO SACRAMENTO», la exhortación a los fieles para un más profundizado conocimiento sobre el ministerio del Papa».
Después de recomendar «estrecha unión con los cardenales brasileños electores: Mons. Raymundo Damasceno, Mons. Odilo Scherer, Mons. Geraldo Majella Agnello, Mons. Claudio Hummes y Mons. João Braz de Aviz», la carta de la CNBB al Episcopado concluye trayendo «la renovación del compromiso con la comunión entre los sucesores de los apóstoles y la confianza en el Espíritu Santo: permanezcamos unidos en la fe, fuertes en el amor, esperanzados en la acción que conduce y anima la Iglesia.
Por encima de todo, seamos dóciles al Espíritu Santo que introduce la Iglesia en el conocimiento de toda la verdad (cf. Jn 16, 13), la unifica en la comunión y el ministerio, la edifica y la dirige con los diversos dones jerárquicos y carismáticos y la enriquece con sus frutos (cf. Et 4, 11-12; 1 Cor 12, 4; Gál 5, 22)» (Juan Pablo II)». (JS)
Con Informaciones de la CNBB.
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