Redacción (Martes, 12-03-2013, Gaudium Press) Mientras los más diversos informes debaten sobre las características de quien debería ser el próximo Pontífice o las tendencias doctrinales o filosóficas que pueden guiar las votaciones, mientras los medios de comunicación describen nuevamente sus interpretaciones de una Iglesia política y cargada de intrigas y misterios, 115 hombres caminan con paso sosegado hacia una Capilla, cargando sobre sus hombros el peso de la enorme responsabilidad sobre el futuro de la Iglesia. Ellos, los Cardenales electores, más que las figuras más destacadas de la Iglesia o los verdaderos príncipes de entre quienes saldrá el Sucesor de San Pedro, son el instrumento actual de Dios, que obra de forma muy real en la historia de los hombres.
Los Cardenales en procesión durante la Misa pro eligendo romano Pontífice. Foto: Gustavo Kralj / Gaudium Press. |
Roma es durante estos días, en estricto sentido, el centro del mundo. La información sobre la transición papal interesa a muchos más que los 1300 millones de católicos en todo el planeta. Miles de millones de personas, de todos los credos y condiciones sociales, están atentos a los sucesos que se registran en la Santa Sede. El Papa es un guía, una voz imponente, un símbolo y una autoridad. Sus palabras y actos influyen activamente en el curso de la historia de creyentes y no creyentes, y unos y otros tienen numerosas expectativas.
En este momento, con una especial importancia, resplandece la esperanza en la oración. Todos los Obispos, sacerdotes y fieles del mundo pueden de cierto modo entrar en el Cónclave y tomar parte de este momento. A través de la oración y la penitencia, el Cuerpo Místico de la Iglesia invoca al Espíritu Santo e implora la plena realización de la voluntad de Dios, la generosidad del Padre que puede regalar a sus hijos un Pastor bueno y santo que los conduzca eficazmente a la salvación. El «Factor Dios», más que cualquier otra variable, más que cualquier análisis o predicción, es el determinante en la elección del Pontífice.
El «Factor Dios» nos espera en el Sagrario, atento a nuestras súplicas. El «Factor Dios» escucha a su Santísima Madre, quien no dejará de atender las oraciones de sus hijos. El verdadero Elector espera nuestra propia influencia y nos llama a participar, de la forma más elevada y eficiente. Dios también nos convoca al Cónclave, al espíritu de recogimiento, silencio y oración a la confianza total de los hijos que tienen puesta la esperanza en su Padre, que no los defraudará.
Al cerrarse las puertas de la Capilla Sixtina, en medio del solemne secreto del Cónclave y de las oraciones que la Liturgia prescribe para estos momentos, 115 hombres tomarán su lugar en el plan de salvación de Dios. A través de sus mentes, de sus palabras, de sus manos, podrán pasar las gracias, consuelos o incluso la justicia y los castigos de la humanidad. Por estos 115 hombres pasa la historia. Y Dios quiere que nosotros estemos a su lado en este trascendental momento.
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