Redacción (Jueves, 14-03-2013, Gaudium Press) El Cardenal Tauran, protodiácono, sorprendió al mundo. Sus palabras en latín confundieron a los reporteros que esperaban escuchar alguno de los nombres de los Cardenales más comentados en los días anteriores. El Papa Francisco, el primer Papa latinoamericano, no figuraba en las listas más publicitadas, no era considerado entre los más «papables». Las elaboradas teorías y proyecciones de numerosos analistas probaron estar erradas.
Su Santidad Francisco. Foto: Gustavo Kralj / Gaudium Press. |
Cuando Su Santidad Benedicto XVI se reunió con el clero de Roma en uno de los últimos actos públicos de su pontificado, y en referencia al Concilio Vaticano II, habló sobre el «Concilio de los medios de comunicación», aludiendo a un cubrimiento mediático que ofrecía una interpretación distorsionada de los acontecimientos que ocurrían en la Santa Sede. El mensaje parecía estar dirigido a la actualidad, a los responsables de la información que habían convertido su renuncia en la oportunidad de tejer los más intrincados relatos de intrigas y traiciones.
En la era de las comunicaciones, en buena medida hemos asistido al «Cónclave de los medios de comunicación». Como era previsible, las informaciones de prensa ofrecieron un cubrimiento muy similar al que se realiza en tiempo de elecciones políticas, tratando de esbozar candidatos, intereses y alguna historia de complot que correspondiera a lo que ya parece tener su propio género literario.
Los Cardenales insistieron en numerosas entrevistas que los temas más importantes de las discusiones en los días previos al Cónclave eran espirituales y pastorales. Numerosos Obispos y sacerdotes expresaron en todas las formas posibles el papel del Espíritu Santo en la elección del Sumo Pontífice. Millones de fieles en todo el mundo se unieron en oración, seguros de poder participar de esta manera en el trascendental acontecimiento que se desarrollaba en el sigilo de la Capilla Sixtina.
La incertidumbre de los dos días del Cónclave y la falta de certeza sobre la hora exacta de las fumatas, que sorprendieron a los medios por su prontitud o tardanza, contribuyeron a probar que no había comunicación del mundo exterior con la Capilla Sixtina. Pero, sobre todo, la elección misma de un Papa inesperado, venido desde «el fin del mundo», probó el desacierto de muchos analistas.
Muy pocos de ellos consideraron al Cardenal Jorge Mario Bergoglio como el más opcionado. Y, a pesar de quedar en evidencia, algunos vuelven a la carga. El nuevo Pontífice ya tiene sus propias controversias y contradictores, su apostolado ya es interpretado en términos políticos, ya se le exigen desde los micrófonos algunas líneas de acción sobre lo que los expertos señalan como «prioridades de la Iglesia». ¿Habrá comenzado el «pontificado de los medios de comunicación»?
Su Santidad Francisco apenas ha dicho unas pocas palabras, pidiendo, sobre todo, la oración de los fieles. Su misión como Pontífice es la de conservar la fe y guiar la Iglesia hacia la santidad. La esencia de todo pontificado es el apostolado, la preservación y la comunicación de la Doctrina de la Iglesia y el ejercicio de la caridad. El Santo Padre también es obediente, a Dios y a la Tradición de la Iglesia, como lo señaló en 1996 el entonces Cardenal Ratzinger, hoy Papa emérito Benedicto XVI.
Dejar al Papa ser Papa y a Cristo obrar en su Iglesia: esa podría ser la enseñanza del histórico Cónclave. Eso, y un llamado a continuar fieles a Dios, seguros de que la oración de los creyentes sigue siendo la mejor manera de encaminar el rumbo de la historia.
Gaudium Press / Miguel Farías.
Deje su Comentario