Ciudad del Vaticano (Jueves, 21-03-2013, Gaudium Press) Casi escondida sobre la Vía de la Puerta Angélica, que lleva hacia la Plaza de San Pedro, en el Vaticano, se encuentra una Iglesia que guarda dentro de sí un encanto que conmueve, y una gran riqueza espiritual y cultural.
La construcción de la Iglesia Santa Ana finalizó en 1583. |
Se trata de la Iglesia Pontificia de Santa Ana, única Parroquia de la Santa Sede, que es conocida como «Parroquia Frontera», ya que está situada en una de las entradas vehículares que llevan de Roma al interior del Vaticano y es custodiada por la Guardia Suiza. La Parroquia, el pasado domingo 17 de marzo, fue centro de atención de los medios de comunicación gracias a la Misa que allí celebró el Papa Francisco antes de presidir su primer Ángelus en la Plaza de San Pedro.
Para los curiosos y los que tienen la oportunidad de detenerse y apreciar el lugar, en esta Iglesia encontrarán un espacio que acoge y ofrece un abrigo especial. No en vano la Parroquia tiene como Patrona a Santa Ana, la madre de la Virgen María; santa que está muy bien representada junto a su pequeña hija, recostada sobre sus piernas, en una bella obra de arte que se sitúa tras el altar.
La Iglesia, fue fundada en 1378 por los Palafreneros, quienes se encargaban de algunas labores en la corte y de servir al Santo Padre, especialmente de organizar los viajes del Papa fuera de Roma. Su construcción se inició sólo hasta 1565 bajo el proyecto del arquitecto Giacomo Barozzi, y se inauguró en 1583.
Fecha importante también es el 30 de mayo de 1930, cuando el Papa Pío XI, con la Constitución Apostólica «Ex Lateranensi pacto», instituye a la Inglesia de Santa Ana como Parroquia Pontificia, confiándole su cuidado a los Agustinos, siendo su primer párroco el Padre Agostino Ruelli.
Muchos matrimonios son celebrados en la Parroquia Santa Ana. |
Por ser uno de los lugares de oración dentro del Vaticano que está abierto para el todo el público, la Iglesia de Santa Ana es una de las más visitadas por peregrinos y turistas, quienes se confunden durante las celebraciones eucarísticas con los funcionarios de la Curia Romana, quienes, de paso hacia el Vaticano, se detienen a orar en el lugar.
Al ser una Iglesia que es muy cercana al ritmo de vida de la Santa Sede, no es raro que muchas personas la escojan para celebrar allí acontecimientos especiales, como bautizos y matrimonios.
Gaudium Press / Sonia Trujillo
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