Ohio (Sábado, 06-05-2013, Gaudium Press) La Iglesia universal se prepara para celebrar la Fiesta de la Divina Misericordia en el Segundo Domingo de Pascua, según lo dispuesto por el Beato Juan Pablo II en el año 2000, con ocasión de la canonización de Santa Faustina Kowalska. La Santa recibió numerosas revelaciones particulares sobre la Misericordia Divina y la liturgia de este día hace referencia al camino de misericordia por el cual Dios ha guiado la historia humana.
Con motivo de esta importante fiesta, el redactor norteamericano Jimmy Akin elaboró para el informativo National Catholic Register un listado de datos que todo católico debería conocer sobre el Domingo de la Divina Misericordia y la devoción que inspira esta celebración.
El origen de la celebración
«Es importante que aceptemos el mensaje completo que nos llega en este Segundo Domingo de Pascua», manifestó el Beato Papa Juan Pablo II, citado por Akin, «que desde ahora en toda la Iglesia será llamado «Domingo de la Divina Misericordia». Según el Pontífice, la fiesta recuerda el camino de misericordia que reconcilia al hombre con Dios y crea nuevas relaciones de fraternidad entre los seres humanos.
El redactor también citó al Papa emérito Benedicto XVI, quien siendo entonces Cardenal y Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, había explicado que ciertas revelaciones privadas sí pueden inspirar celebraciones litúrgicas. «Podemos añadir que las revelaciones privadas a menudo surgen de la piedad popular y dejan su huella en ella, dándole un nuevo impulso y abriendo camino a nuevas formas», expresó en su comentario teológico al Mensaje de Fátima. «Esto no excluye que ellas tengan efecto incluso en la liturgia, como lo vemos por ejemplo en las fiestas del Corpus Christi y del Sagrado Corazón de Jesús».
La Indulgencia Plenaria
«Para hacer que los fieles vivan con intensa piedad esta celebración,», manifestó un Decreto de la Penitenciaría Apostólica publicado en junio de 2002, «el mismo Sumo Pontífice ha establecido que el citado domingo se enriquezca con la indulgencia plenaria». La invitación de la Iglesia es, según el documento, recibir el consuelo del Espíritu Santo, cultivar la caridad y, habiendo obtenido el perdón de los pecados, perdonar generosamente a los hermanos.
Akin recordó que las condiciones de la indulgencia incluyen la Confesión sacramental, la Comunión Eucarística y la oración por el Santo Padre, además de unirse en las oraciones en honor de la Divina Misericordia, con un espíritu desapegado de afecto a cualquier pecado, incluso venial. Esta indulgencia también se obtiene si se ora frente al Santísimo Sacramento, expuesto o reservado, el Padrenuestro y el Credo, añadiendo una oración devota a Jesús Misericordioso.
La fiesta está íntimamente ligada al sacramento de la Confesión, y la lectura del Evangelio de San Juan recuerda el momento en que Jesús, después de la Resurrección, confiere a sus discípulos el poder de perdonar o retener los pecados.
La devoción a la Divina Misericordia
La devoción popular a la Divina Misericordia venera una imagen de Jesús basada en la descripción de una visión de Santa Faustina Kowalska acaecida en 1931. En la representación, Cristo se muestra con su mano derecha en alto en actitud de bendecir, mientras su mano izquierda señala su pecho, de donde salen dos rayos de luz: uno rojo y otro blanco. La luz de color rojo simboliza la Sangre de Jesús, mientras que la blanca simboliza el agua, que limpia y justifica las almas.
La práctica más característica de esta devoción es la Coronilla de la Divina Misericordia, que se reza normalmente a las tres de la tarde (hora de la muerte de Jesús en la Cruz) y que utiliza las cuentas del rosario para repetir las oraciones jaculatorias propias de la devoción (ver instrucciones para realizar esta la oración).
Con información de National Catholic Register.
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