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¡La Divina Misericordia se desborda sobre nosotros!: Arzobispo de Río de Janeiro

Río de Janeiro (Lunes, 08-04-2013, Gaudium Press) Mons. Orani João Tempesta, Arzobispo Metropolitano de Río de Janeiro, a propósito del Domingo de la Misericordia, hizo importantes consideraciones acerca de Santa Faustina Kowalska y la Divina Misericordia.

Transcribimos a continuación nuestra traducción de sus pensamientos:

La Iglesia Católica celebra, en el segundo domingo de la Pascua, la Fiesta de la Divina Misericordia, instituida por el Papa Beato Juan Pablo II. Esta fiesta tuvo origen en Polonia, Cracovia, a través de las experiencias místicas de la Santa Hermana Faustina Kowalska, y es hoy celebrada en el mundo entero.

Santa Faustina Kowalska, conocida hoy como Santa Faustina, nació en Glogowiec, cerca de Polonia, el 25 de agosto de 1905, viniendo a fallecer todavía joven, en Cracovia (Kraków), el 05 de octubre de 1938. Pertenecía a la congregación de las «Hermanas de Nuestra Señora de la Misericordia». «Ella entró a la congregación en 1924 y se quedó apenas 14 años, hasta el momento de su muerte. Es reconocida como la «apóstol de la Divina Misericordia».

2.jpgEl padre Michal Supocko, que era su confesor, pidió que ella escribiese sus diálogos espirituales. Eso resultó en centenas de páginas, que están traducidas en muchos idiomas: «el Diario de Santa Faustina». Encontramos este libro en casi todas las lenguas, desde los idiomas indígenas hasta las lenguas de los desiertos de África.

¿Cuál sería la imagen de la Divina Misericordia? Las monjas de la congregación responsables por el Santuario de la Divina Misericordia, en Cracovia, cuentan cómo Santa Faustina orientó la pintura del cuadro que representaba a Jesús misericordioso. Un pintor de renombre fue invitado para pintar el cuadro: Eugeniusz Kazimirowski, en 1934. Todo dependió de las informaciones que daba la religiosa. Después de terminado el cuadro, ella dijo que por más lindo que fuese el arte, la pintura todavía no representaba la belleza que ella había intuido y vivido. Abajo del cuadro vino la gran expresión, verdadera manifestación de fe: «¡Jesús, yo confío en vos!» (Jezu, ufam Tobie!) Hoy, esa pintura se encuentra esparcida en innúmeras parroquias y residencias en todo el Brasil y el mundo.

La celebración de la Divina Misericordia llevó mucho tiempo hasta entrar en la liturgia. Hoy, con la aprobación del Papa Juan Pablo II, está presente en todos los continentes. Fue el P. Michal Supocko que desde 1937, habiendo acompañado a Santa Faustina, trabajó para que fuese introducido en la liturgia el Domingo de la Divina Misericordia («Yo deseo que el primer domingo después de Pascua sea la Fiesta de la Misericordia» – Diario 299). En 1946, el entonces cardenal August Hlond, primado de Polonia, envió un oficio a la Santa Sede pidiendo la inserción de esa fiesta. En 1957, nuevamente el tema fue retomado. Y en nombre del cardenal Stefan Wyszynski, 17 diócesis fueron entrevistadas. El día 19 de noviembre de 1958, el Santo Oficio emitió un decreto confirmando la celebración de la Divina Misericordia. Este decreto fue tornado público algunos meses después, entrando oficialmente al calendario litúrgico el día 6 de marzo de 1959. Pero hasta allí todavía no había sido definida una fecha oficial para el culto. La hermana Faustina fue beatificada el 18 de abril de 1993, cuando la Conferencia Episcopal de Polonia retomó el tema, enviando al Papa un nuevo pedido para tornar pública esta fiesta de la Divina Misericordia. Quien oficializó la fecha fue el Papa Beato Juan Pablo II el día 17 de agosto de 2002, en la Basílica de la Divina Misericordia, en Cracovia, declarando el segundo domingo de la Pascua como siendo el día del culto a la Divina Misericordia. Inclusive, el Papa recomendó que en este culto se hiciese una novena que debe ser iniciada siempre el Viernes Santo. Podemos encontrar mayor reflexión sobre el tema estudiando la encíclica del Papa Juan Pablo II «Dives in Misericordia».

Hoy vemos en innúmeras parroquias de todo el Brasil y el mundo, y hasta en ambientes familiares, la práctica de esta devoción en alabanza a la Divina Misericordia. Recordemos que no es solo en este domingo, sino la Misericordia con los hermanos debe ser practicada a cada instante de nuestras vidas.

Jesucristo es la primera fuente de la Misericordia. Así como sus discípulos, debemos ser los continuadores del amor y el perdón a todos. El Año de la Fe nos invita a acoger las palabras de Jesús, pues son el anuncio de la verdadera paz del corazón y de la esperanza que está enraizada en el misterio de la cruz en su pasión y muerte y, por encima de todo, en su gloriosa resurrección. El Misericordioso Señor nos dio la participación en su victoria sobre el pecado y la muerte.

Cristo resucitado nos enseña la necesidad de la misericordia y nos pide practicar la caridad. Vivir la fe nos impulsa a llevar en serio las palabras de nuestro Maestro: Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia (Mt 5,7). La expresión de fe madura está en los actos concretos de caridad. ¡Qué la celebración de este domingo fortalezca nuestros corazones por la gracia de Dios! ¡La misericordia de Dios está llegando a nuestro hermano por medio de acciones concretas, palabras de esperanza y constante oración para que descienda la misericordia sobre nosotros y sobre el mundo entero!

«Ayúdame, Señor, que mi manos puedan ser misericordiosas y llenas de buenas acciones. Yo solo sé hacer el bien al prójimo, tomar sobre mí el trabajo más pesado. Ayúdame, que mi pie pueda ser misericordioso, para que yo pueda correr para ayudar a mi prójimo, venciendo la propia fatiga y cansancio. Mi verdadero descanso está al servicio de los otros. Ayúdame, Señor, que mi corazón sea misericordioso, para que yo pueda sentir en mí todos los sufrimientos de los otros…» (Santa Faustina, Diario, 163).

¡Que en este segundo Domingo de Pascua, el de la Misericordia, Dios bendiga a todos!

† Orani João Tempesta, O. Cist.

Arzobispo Metropolitano de San Sebastián de Río de Janeiro, RJ

 

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