Washington (Viernes, 12-04-2012, Gaudium Press) En Corea del Norte, hace más de 60 años, moría en un campo de concentración comunista el Padre Emile Kapaun. Después de tanto tiempo él será reconocido como héroe por las autoridades norteamericanas.
Padre Emile Kapaun – Foto: Cortesía Diócesis de Wichita |
El Padre Emile Kapaun recibirá, ‘post mortem’, la Medalla de Honor, el mayor honor militar que los Estados Unidos concede.
La ceremonia para la otorgación del reconocimiento y la condecoración será hoy, 11 de abril.
El Padre Kapaun nació en Pilsen, Kansas, en los Estados Unidos de una familia de agricultores. Fue ordenado sacerdote en la Diócesis de Wichita, en junio de 1940. Se tornó Capellán del Ejercito en 1944 y sirvió hasta 1946. Reingresó al servicio militar en 1948, siendo enviado a Corea en julio de 1950, donde se destacó por los servicios prestados a sus compatriotas.
Roy Wenzl, coautor de «El milagro del Padre Kapaun» afirma que él «corría por el campo de batalla rescatando a los heridos, a veces se alejaba más de 50 o 100 metros más allá de las líneas americanas para traer a alguien de vuelta». «En Unsan, se quedó con los heridos y se dejó capturar para poder protegerlos».
Como prisionero de los comunistas en un campo de concentración, en Pyaoktong, en la frontera con China, el Padre Kapuan ayudaba a sus compañeros de prisión de la manera «más práctica e ingeniosa en la solución de los problemas», dice Wenzl.
Mike Dowe recuerda vivamente esos días, a pesar de sus 85 años de vida. El conoció al Padre Kapuan después de haber sido apresado, cuando fueron obligados a caminar más de 150 kilómetros hasta el campo de concentración de prisioneros en Pyaoktong. Dowe todavía se acuerda que la tasa de mortalidad de los prisioneros en los valles próximos era diez veces mayor que en Pyoktong. El atribuye esa diferencia a la presencia e influencia del Padre Kapaun.
«El los enseñó a conservar la voluntad de vivir, enseñándolos a mantener su creencia, el honor, la integridad y la armonía con su conciencia, su lealtad a su país y a Dios», sustenta Dowe asegurando que una «buena mayoría» de los hombres que sobrevivieron a los tormentos de Pyoktong deben su vida a Kapaun».
Hasta el final de su vida, el Padre Kapuan administró los sacramentos a sus compañeros de prisión. Bautizaba, atendía confesiones constantemente, ungió muchos enfermos y celebraba Misa. El también se ofrecía como voluntario para realizar los trabajos más humildes y difíciles en el campamento donde estaba preso. Todos los días ayudaba a retirar cadáveres congelados de aquellos que habían sido muertos la noche anterior y los llevaba a una isla en el Rio Yalu para enterrarlos.
El Padre Kapaun murió el 23 de mayo de 1951, habiendo sido enterrado en una fosa común junto al Rio Yalu. Él fue llevado agonizando por sus verdugos a la llamada «casa de la muerte», donde eran dejados para morir los prisioneros graves.
Dowe todavía se acuerda: «En cuanto el iba siendo llevado, yo me puse a llorar y él me dijo: ‘Mike, no te pongas triste, estoy yendo donde siempre quise ir. Cuando llegue allá, voy a rezar por todos ustedes».
Con informaciones de EWTN.
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