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Revalorización del vitral artístico en la liturgia

Redacción (Lunes, 15-04-2013, Gaudium Press) Por ocasión del 50º aniversario de la Constitución litúrgica «Sacrosanctum Concilium» del Concilio Vaticano II, especialistas del tema del arte en las iglesias, más particularmente sobre el vitral contemporáneo, se han manifestado.

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Conviene recordar que la referida Constitución litúrgica demuestra especial interés en las expresiones del arte, partiendo de la reafirmación de la liturgia como «ápice y fuente» de la vida de la Iglesia y adentrando en recomendaciones para «las construcciones de los edificios sacros.

Con vistas a los arquitectos, los artistas y los sacerdotes, el Instituto Koinè Recherche 2013 promueve dos eventos – una exposición y un coloquio internacional – que tratan del arte con vistas particular al vitral, elemento familiar en las antiguas iglesias y que, gradualmente vuelve a ser, gracias al apoyo de los artistas, un renovado y dinámico vínculo de la Iglesia con el mundo contemporáneo.

A este propósito, el Padre Roberto Tagliaferri, miembro del Comité Científico de Koinè Recherche, profesor de Liturgia Pastoral Santa Giustina de Padua, Italia, trata [Cfr. Narthex Art Sacre, Patrimoine, Creation, 8.4.2013] del interés del vitral en la liturgia:

El vitral, elemento arquitectural y artístico, al mismo tiempo materia e inmaterialidad, medio de iluminación y de decoración, inicia a los caminos espirituales y teológicos de la luz. Si, por un lado al retratar la narración de la Historia Sagrada constituye la expresión de la dimensión comunitaria e histórica de la concepción de vida cristiana, por otro lado, el juego proporcionado por la luz que descompone el vitral suscita eficaces sentimientos de recogimiento.

En ambos casos, el vitral constituye una reflexión visual. La imagen tiende a reproducir una experiencia más bien espiritual que una pedagogía religiosa.

La primera proviene de la instantaneidad de lo sagrado; la segunda tiende a reforzar las creencias a nivel de los sentidos.

El vitral, simbólico de lo divino

La luz juega con la oscuridad y modifica las percepciones y los ambientes. Ejerce ella una fuerza simbólica importante sobre nuestros estados de alma. Como, por ejemplo, cuando se pasa de la luminosidad externa para la oscuridad de una iglesia romana, o cuando se enciende una vela en la noche de Pascua.

Ella puede llevarnos a una desolación o producir una alegría irresistible, como cuando mineros ven la luz del sol al subir de las entrañas de la tierra.

El simbolismo de la luz juega con la sombra como la palabra con el silencio. Una luz que inquiera sin pena todos los rincones, que revele todos los detalles, que elimine las zonas de sombra es una luz plana, obsesiva y opresora.

La arquitectura necesita de la luz y el color. El vitral colorea la luz como un arcoíris. Constituye una receptividad pura, una ebriedad semejante al sueño.

3.jpgQuien mira un vitral se torna, él mismo una luz, como decía Benjamín, en su diálogo sobre la fantasía.

Un análisis visual, así como los vitrales pueden favorecer una pragmática de la fe, porque el lenguaje de las imágenes penetra en profundidad hasta lo más hondo de nuestra consciencia, donde podemos sentir la presencia del Espíritu Santo.

David Freedberg, por ejemplo, escribe que «en el Occidente hay una tendencia a librarse de la presencia del tipo de poder que antes se llamaba divino, sobre todo cuando se percibe el florecer de una capacidad artística y hábil en la realización del objeto. Pero, esto proviene tan solamente de nuestros detrimentos culturales en favor de aquello que creemos ser un juzgamiento estético desinteresado, y no porque Dios habría abandonado su imagen».

La actitud hostil para con la imagen portadora de presencia no puede, entretanto, librarse del peso del pasado, que nos dejó este patrimonio de sacralidad. El mismo Freedberg sustenta la idea con todas las letras: «Aunque ignoremos o minimicemos las pruebas de las reacciones de cara a las imágenes en las cuales poderes semejantes a los de la vida parecen concentrarse, y aunque en nuestras propias reacciones no sintamos más las consecuencias de tal fenómeno, deberíamos tomar aún en consideración el peso del pasado en su formación.

Si suponemos que antes las imágenes eran investidas de poderes vitales y sobrenaturales, sería extravagante sugerir que una percepción cualquiera sucediendo a una obra de arte pudiese liberarse completamente de su historia».

Con información de Narthex – Art Sacre, Patrimoine, Creation

 

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