Santiago (Miércoles, 17-04-2012, Gaudium Press) Ante una Catedral Metropolitana repleta de fieles, el Arzobispo de Santiago, monseñor Ricardo Ezzati, ordenó la mañana del sábado 12 de abril a siete nuevos sacerdotes para la Iglesia capitalina. Ricardo Acosta, Rodrigo Cordero, Felipe Herrera, Francisco Rencoret, Cristián Montes, Maximiliano Grez y Rodrigo Quintanilla recibieron con gozo y gratitud el sacramento del orden sacerdotal.
La solemne eucaristía fue presidida por monseñor Ezzati y concelebrada por el cardenal Francisco Javier Errázuriz; por los obispos auxiliares de Santiago, monseñor Cristián Contreras Villarroel y monseñor Pedro Ossandón y por el obispo castrense, monseñor Juan Barros.
En su homilía, el pastor de Santiago exhortó a los nuevos presbíteros a centrar su vocación en la imagen de Jesús el Buen Pastor, ya que en ella se encuentra «la identidad más profunda de su ser sacerdotal, ser como Jesús, Buen Pastor, desarrollando su misión de la misma manera que Él».
Además destacó que la invitación que Dios hace a cada uno es «que la vida abundante que brota de Él llegue a todas las personas para llenarlas de gozo y de alegría, de misericordia y de ternura». Este apostolado -continuó- requiere principalmente de una íntima unión y permanencia con Dios, «para que a través de cada uno de ustedes los hermanos, especialmente los más pobres y los que sufren, puedan experimentar la ternura del Señor».
Y agregó: «Permanezcan en la Iglesia, en la fraternidad del presbiterio, en comunión de espíritu y de misión con cada hermano sacerdote. Dentro de poco pondrán sus manos en las del obispo, permanezcan en comunión afectiva y efectiva con él ejerciendo el ministerio en la Iglesia, en comunión profunda de vida con su obispo. Permanezcan entre la gente, no separados de ella, no formando un gremio distinto. Permanezcan con el pueblo fiel con el cual somos el cuerpo de Cristo».
Un momento de profunda emoción se vivió cuando los siete jóvenes manifestaron públicamente ante la comunidad su deseo de recibir el ministerio sacerdotal y consagrar su vida a Dios. Tras las promesas de fidelidad al obispo, monseñor Ezzati le impuso las manos a cada uno. Tras ello, los nuevos sacerdotes se acercaron a sus familiares, quienes les ayudaron a colocarse la casulla y la estola que serán distintivas en su ministerio.
Gratitud a Dios
Casi al término de la eucaristía y nombre de los neo presbíteros, el padre Felipe Herrera tomó la palabra para agradecer a Dios, a sus familiares, amigos, a la arquidiócesis y al Seminario Pontificio por la compañía durante estos 8 años de formación al sacerdocio.
«Gracias, Señor, porque nos has conferido un carisma que nos permitirá servir como `otros Cristos´ al Pueblo de Dios y a toda la humanidad, siendo puentes de encuentro entre Tú y los hombres y mujeres de nuestro tiempo, para que en Ti tengan vida, y vida en abundancia», expresó.
«Con Cristo, por Él y en Él, queremos hacernos pan partido, ofrenda permanente en la cultura actual y entregarnos al servicio de la santificación y de la promoción integral de cada hombre y cada mujer, para alabanza de tu gloria», manifestó al término de su intervención.
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