Boston (Miércoles, 17-04-2013, Gaudium Press) Martin Richard tenía solo 8 años. Hace 1, en mayo de 2012, había realizado su primera comunión, en la parroquia Santa Ana de Dorchester, un barrio de Boston, de donde era feligrés. Pero su simpática y cándida sonrisa ya no está más con su comunidad ni con su familia: él fue uno de los asesinados, el de menor edad, en la bomba que estalló en la maratón de Boston el pasado lunes.
Martin Richard – Foto: Facebook |
Aunque en principio algunos medios de comunicación informaron que el padre de Martin participaba de la maratón, ya se sabe que no fue así. Tanto el padre cuanto la madre de Martin, así como sus dos hermanos estaban entre el público, animando a amigos que sí participaban de la carrera. Algunos medios de comunicación informan que aunque el padre Bill y el hermano mayor de Martin salieron ilesos del atentado, no lo fue así su madre y hermana: la primera debió sufrir una cirugía curativa de daños cerebrales, y al parecer su hermanita de 6 años perdió una pierna.
Ayer Bill Richard emitió un comunicado en el que pedía respeto a su privacidad en estos momentos de dolor, y agradecía todas las manifestaciones de condolencia: «Agradecemos a nuestra familia y amigos, aquellos a quienes conocemos y aquellos con los que nunca nos hemos reunido, por sus pensamientos y oraciones. Pido que continúen a rezar por mi familia, así como nosotros recordamos a Martin», dice.
Vigilia por Martin
Ayer en la noche, desde las 7:30 pm, se realizó una vigilia en memoria del niño asesinado en el parque Garvey, también en Dorchester. Las 800 velas que habían preparado los organizadores pronto resultaron insuficientes para las más de 1000 personas que allí quisieron manifestar su apoyo a la familia y su dolor.
El signo de la tragedia se podía ‘atrapar’ en el aire, en la fría noche de la vigilia del Garvey Park. Momentos de silencio, seguido del encendido de las luces, cuando solo se escuchaba el viento que golpeaba fuertemente, precedieron las palabras del Padre John Connolly, párroco de San Brendan, también en Dorchester.
«Venimos juntos a este parque esta noche, lugar sobre el cual los pies del joven Martin Richard a menudo pisaban; y estamos tristes y destrozados por el hecho de que él no correrá más ni sonreirá, ni saltará ni jugará, ni vivirá, ni amará en medio de nosotros». El Padre Connolly pidió a los presentes allí reunidos, rezar por el reposo de la «bella y amable alma» del niño.
Con información del National Catholic Register.
Gaudium Press / S. C.
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