Ciudad del Vaticano (Miércoles, 17-04-2013, Gaudium Press) Antes de la Audiencia General de este miércoles, el Papa Francisco recorrió un trecho de la Plaza de San Pedro en el Papamóvil siendo saludado con entusiasmo por cerca de 80 mil peregrinos allí reunidos para oír y rezar con el Pontífice.
Foto: Gustavo Kralj – Gaudium Press |
Los comentarios del Papa en la catequesis dieron proseguimiento a la temática dedicada al Credo. Él discurrió sobre la frase: «Jesús subió a los Cielos, donde está sentado a la derecha del Padre».
La Ascensión es término de la vida terrena de Nuestro Señor Jesucristo, explicó el Papa. Entrando Jesús a la Gloria de Dios, después de pasar por su Pasión y muerte de Cruz, él deja una enseñanza para nuestra vida de cristianos: la vida cristiana exige una fidelidad constante a la voluntad de Dios que, muchas veces exige sacrificios y renuncias.
Por eso el Santo Padre aconsejó: «No tengamos miedo de dirigirnos al Señor y pedir perdón, bendiciones y misericordia. Él nos perdona siempre. Dios es nuestro abogado. ¡Él nos defiende siempre! No se olviden de eso».
Cuando San Lucas narra el gran acontecimiento de la Ascensión, nuestra atención está dirigida para dos hechos. Primero, mientras subía a los Cielos, Jesús bendecía a los discípulos; segundo, estaban llenos de alegría cuando volvían para Jerusalén, luego después de haber sucedido estos hechos descritos por el evangelista.
El Pontífice explicó que el gesto de bendecir quiere decir que Jesús es el único y eterno Sacerdote. Como, verdadero Dios y verdadero Hombre, conduce la humanidad redimida junto a Dios, para la Gloria del Padre.
La alegría de los discípulos, explica el Papa, viene del hecho de que ellos sabían por la Fe que el Señor permanece siempre con sus discípulos, no los abandona y de la gloria del Padre los sustenta, guía e intercede por ellos. Aunque todo lleve a aparentar que haya habido una separación.
Esto es un motivo, afirmó el Santo Padre, para que, al profesar que Jesús «subió a los Cielos, donde está sentado a la derecha del Padre», manifestemos con estas palabras que Jesús continúa en nuestro medio de un modo nuevo y diferente: Cristo, junto al Padre, transciende el espacio y el tiempo, estando también junto a cada uno de nosotros.
El Papa Francisco encerró su catequesis enseñando que nunca estamos solos, Dios no nos abandona, nunca está ausente: «Queridos hermanos y hermanas, la Ascensión no indica la ausencia de Jesús. En nuestra vida, jamás estamos solos: el Señor crucificado y resucitado nos guía; con nosotros, hay tantos hermanos y hermanas que, en el silencio y la intimidad, en su vida familiar y profesional, en sus problemas y dificultades, en sus alegrías y esperanzas, viven cotidianamente la fe y llevan al mundo la primacía del amor de Dios». (JS)
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