Valencia (Viernes, 19-04-2013, Gaudium Press) Un anillo episcopal de extraordinario valor fue devuelto a la Arquidiócesis de Valencia, España, el pasado 13 de abril. La pieza fue fabricada en hojalata y no posee ninguna gema ni metal precioso, pero es el testimonio de un edificante gesto de caridad del Arzobispo Marcelino Olaechea (1888 – 1972) y de los fieles católicos de la ciudad.
El «anillo de la riada». Foto: Javier Peiró / Paraula |
«Yo viví en la época de don Marcelino y sé que hizo mucho bien por Valencia antes y después de la riada», comentó al informativo Paraula José Ramón, legítimo propietario del anillo episcopal y quien decidió donarlo al Arzobispado «al conocer que se iniciaba su proceso de canonización».
El anillo de la riada
Mons. Olaechea gobernaba la Arquidiócesis en 1957, año en que se registró la «gran riada de Valencia»: una grave inundación que cobró la vida de más de 400 personas y causó numerosos daños materiales. Las fuertes lluvias ocasionaron una crecida sin precedentes del río Turia, que entró en la ciudad y cubrió la mayor parte de su terreno. La Catedral y su zona más próxima fue preservada de la inundación, por haber sido providencialmente construida en un lugar más elevado.
El Arzobispo, que ya se había destacado por su acción pastoral en la organización de grandes manifestaciones de fe y procesiones, además de misiones y Congresos Eucarísticos, demostró su entrega en la ayuda de los damnificados. Para obtener fondos y ayudar a las víctimas de la tragedia, decidió subastar su anillo episcopal de oro, por el cual obtuvo una suma superior al millón de pesetas. En su reemplazo, usó un anillo de hojalata sin valor comercial, pero dignamente elaborado que ostentaba una cruz y la inscripción del año del desastre: 1957.
Mons. Marcelino Olaechea. |
Un matrimonio de la ciudad, Joaquín Muñoz y Josefa Murgadas, habían deseado adquirir el anillo subastado y habían realizado una de las ofertas más altas. Como su deseo de colaborar en las obras de caridad del Arzobispo se mantuvo intacto, los esposos persuadieron al prelado, «gracias a la mediación de periodistas de Radio Valencia», de venderles el anillo episcopal de hojalata, según relató Ramón.
La pareja compró este objeto «por esa misma cantidad de un millón de pesetas» que habían ofrecido anteriormente por el anillo de oro, que el Obispo «también lo donó por entero a los damnificados», expresó el propietario, de 83 años de edad. Josefa Murgadas, tras la muerte de su esposo y por no tener hijos, lo heredó a su hermano, Joaquín Murgadas Estellés, padre del donante.
«Mi padre lo guardó con cariño y cómo éramos cuatro hermanos y todos queríamos ese anillo, hizo un sorteo y me tocó a mí», concluyó finalmente José Ramón. Después de 56 años de poseerlo, lo entregó en donación al Arzobispado para que «vuelva de nuevo a don Marcelino Olaechea». La historia culmina, por tanto, con un nuevo acto de generosidad similar al de su inicio.
Ejemplo de caridad
Mons. Carlos Osoro recibe el histórico anillo. Foto: Javier Peiró / Paraula |
El Arzobispo de Valencia, Mons. Carlos Osoro, recibió el anillo durante una Eucaristía celebrada en la parroquia San Miguel y San Sebastián y destacó en su homilía las virtudes de su predecesor. A través del gesto de «donar su anillo y hacerse otro de hojalata de escaso valor, Monseñor Olaechea marcó la dirección de solidarizarse con todos aquellos que estaban sufriendo», explicó el prelado.
Según Mons. Osoro, el anillo de hojalata significa el deseo del Arzobispo de participar de las limitaciones y el dolor de sus fieles en medio de la necesidad. «Recogemos este anillo en un momento en el que también mucha gente está pasando muchas dificultades pero a la vez nos encontramos con personas extraordinarias que como don Marcelino se preocupan de los más necesitados», agregó el Arzobispo. «Don Marcelino, como buen pastor, marcó el camino en un momento en el que los valencianos vivían una situación de sufrimiento», concluyó.
Con información de Paraula.
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