Ciudad del Vaticano (Jueves, 25-04-2013, Gaudium Press) El Secretario General de la Secretaría del Sínodo de los Obispos, Mons. Nikola Eterovic, acompañado de algunos miembros de ese organismo del Vaticano, además de agentes de la Gendarmería Vaticana, participaron de la misa que el Papa Francisco celebró hoy, en la Capilla de la Casa Santa Marta.
Foto: Gustavo Kralj / Gaudium Press |
La misa de la mañana de este jueves 25 de abril, fue la Misa conmemorativa de la Fiesta de S. Marcos Evangelista.
En las lecturas del día, el trecho del Evangelio es de San Marcos. En él, el evangelista narra la Ascensión del Señor. El Papa comentó que, antes de subir al Cielo, Nuestro Señor Jesucristo dio a los apóstoles la misión de anunciar el Evangelio. Y que ese anuncio no fuese hecho apenas en Jerusalén o en Galilea, sino que alcanzase a todos, que llegase hasta los confines del mundo.
«En todo el mundo. Es un horizonte vasto… (…) esta es la misión de la Iglesia. (…) Esta es la magnanimidad que los cristianos deben tener», dijo el Pontífice.
Recordando la primera Carta de S. Pedro, el Santo Padre describe la virtud que el cristiano debe tener para predicar el Evangelio: «El estilo de la predicación evangélica tiene esta actitud: la humildad, el servicio, la caridad y el amor fraterno. Esta palabra, conquistar, no es correcta. Debemos predicar en el mundo. El cristiano no debe ser como los soldados que cuando vencen la batalla hacen tabla rasa de todo».
El cristiano -continuó el Papa- «anuncia el Evangelio con su testimonio, más que con las palabras»: «Cuando nosotros actuamos con esta magnanimidad y también con esta humildad, cuando nosotros no nos asustamos con las cosas grandes, con el horizonte, sino nos importamos también con las cosas pequeñas – la humildad, la caridad cotidiana – el Señor confirma la Palabra. Y debemos ir adelante. El triunfo de la Iglesia es la Resurrección de Jesús. Pero tiene la Cruz, antes. Pidamos hoy al Señor que nos torne misioneros en la Iglesia, apóstoles en las Iglesias, pero con este espíritu: una gran magnanimidad y también una gran humildad. Así sea». (JS)
Con informaciones de la Radio Vaticana.
Deje su Comentario