Nueva York (Sábado, 27-04-2013, Gaudium Press) Con su tradicional estilo sencillo y cercano a su audiencia, el Cardenal Timothy Dolan, Arzobispo de Nueva York, invocó un recuerdo de la infancia para explicar la apertura de la Iglesia a todas las personas. En su blog personal, el purpurado dejó clara la actitud «de sentido común» que la Iglesia exige a quien se acerca a su mesa.
Cardenal Timothy Dolan, Arzobispo de Nueva York. |
«¿Puede Freddie quedarse a cenar con nosotros?», preguntó en su infancia el Cardenal Dolan a sus padres, después de pasar una tarde jugando con uno de sus amigos. Su madre aceptó, a condición que a los padres del chico no les representara un inconveniente. Su padre los recibió con amabilidad: «Freddie, estoy feliz de que estés acá», dijo, «pero parece que tú y Tim (el Cardenal Dolan) deberían ir a bañarse las manos antes de comer».
Esta sencilla anécdota fue suficiente para que el prelado explicara con claridad la apertura de la Iglesia: «Suficientemente simple… de sentido común… ahora eres un miembro muy bienvenido y respetado de nuestra mesa, nuestra casa, quería decir mi padre, pero hay unas pocas expectativas naturales que esta familia tiene», recordó el Cardenal. «¡Como lavarse las manos!» Es precisamente esta la actitud de la Iglesia universal: «¡Todos son bienvenidos!»
Odiar el pecado, amar al pecador.
A continuación, el Arzobispo expuso que la Iglesia es una comunidad que ama y respeta a todos sus miembros, pero que tiene «expectativas claras que la definen, reveladas por Dios en la Biblia, a través de Su Hijo Jesús, impresas en el corazón humano y enseñadas por su Iglesia». El Card. Dolan comentó que la Iglesia es católica porque se abre a todos, es una, porque está unida en torno a Jesucristo y su enseñanza, y es apostólica porque invita a todos, desafía a todos a vivir el mensaje y doctrina de Jesús.
El Cardenal comentó que el amor a todas las personas exige decirles la verdad, «enseñar la verdad con amor», a imagen de Jesucristo , quien es en persona Amor y Verdad. «Amamos y respetamos a todos… pero eso no quiere decir que amemos y respetemos sus acciones». En este punto, el purpurado señaló que la Iglesia distingue entre el «quién» y el «qué hace». «La verdad puede requerir que le digamos a la persona que amamos que sus acciones no están conformes a lo que Dios ha revelado», afirmó el Card. Dolan.
«Nunca podemos juzgar a una persona, pero si podemos juzgar las acciones de una persona», afirmó el Cardenal. Como ejemplo de esta actitud, el prelado citó el encuentro de Jesús con la pecadora que iba a ser lapidada. Su frase «Yo tampoco te condeno. Ve, pero no vuelvas a pecar», resume la actitud cristiana frente al pecador.
El Cardenal propuso varios ejemplos de cómo la Iglesia practica en la actualidad este principio. «La Iglesia ama, acoge y respeta al alcohólico, pero no consiente su vicio. La Iglesia ama, acoge y respeta a un empresario prominente, pero no aceptaría que pagara un salario injusto a un migrante. La Iglesia ama, acoge y respeta a una joven pareja de enamorados, pero desafiaría su decisión de «vivir juntos» antes del matrimonio».
Esta actitud persiste frente a todos los casos, como los padres que cometieron un aborto, y todos los demás ejemplos en que la Iglesia ha afirmado una posición clara, como la defensa del matrimonio y la familia. «Somos parte de una Iglesia donde, sí, todos somos bienvenidos», recalcó el Cardenal Dolan, «pero no una Iglesia donde todo se vale». La figura del Buen Pastor, usada por Jesucristo para explicar su amor por la humanidad, representa esa entrega al rebaño, pero también la guía del mismo para resguardarlo, que no sería posible si se dejara a las ovejas en libertad de ir a donde quisieran.
El Cardenal Dolan concluyó con una reflexión sobre su propia misión como Arzobispo, Pastor de la Iglesia a él encomendada: «Este pastor está todavía tratando de aprender a sera así, a amar a todos sin comprometer jamás la verdad».
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