Río de Janeiro (Lunes, 06-05-2013, Gaudium Press) Mons. Orani João Tempesta, trató en un artículo sobre el mes dedicado a Nuestra Señora. Transcribimos las reflexiones del Arzobispo Metropolitano de San Sebastián de Río de Janeiro:
Iniciamos el mes de mayo, dedicado a la Bienaventurada Virgen María. Tuvimos la alegría de tener aquí en Río de Janeiro el primer seminario para reflexionar sobre trabajo y trabajador: la agenda social del trabajo! Las conclusiones serán llevadas a nuestras autoridades. Sin embargo, en este mes, muchas alegrías se destapan en nuestro corazón: la celebración de las madres, en el segundo domingo; la fiesta de Nuestra Señora de Fátima, que en este año para mí tiene un especial significado, porque estaré en Fátima a invitación del Señor Obispo de Leiria-Fátima, para presidir las solemnidades del día 13 de mayo, cuando, a pedido del propio Papa Francisco, iremos consagrar su Pontificado a la Materna Protección de la Virgen que, a través de los pastorcitos, convoca a todos para la conversión del seguimiento de Jesucristo.
¿Cómo no recordar, en este mes mariano, las coronaciones de Nuestra Señora y de los llamados del Santo Padre para la oración del rosario en familia? También tendremos las solemnidades de la Ascensión y Pentecostés, la Novena de Pentecostés, la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos y el Día Mundial de las Comunicaciones Sociales.
El tiempo urge y la Jornada Mundial de la Juventud ya está a semanas de acontecer aquí en Río de Janeiro. También colocamos la intención de consagrar toda la JMJ, sus jóvenes, colaboradores, organizadores a María, para que interceda por todos y nos enseñe a decir «sí al Señor para que su plan de amor y salvación se cumpla en nuestras vidas».
Toda la vida de María, de cuyo seno se desprendió y brilló «la Luz que ilumina todo el hombre que viene a este mundo»(Io. 1, 9) se desenvuelve en comunión íntima con Jesús: «Llevando, en la tierra, una vida semejante a la del común de los hombres, llena de cuidados domésticos y de trabajos, Ella en todo momento se mantenía unida a Su Hijo» (, 4), permaneciendo en la intimidad con el misterio del Redentor. A lo largo de ese camino de colaboración en la obra redentora, su propia maternidad «vino a conocer una transformación singular, siendo cada vez más acumulada de «caridad ardiente» para con todos aquellos a quien se destinaba la misión de Cristo»(, 39) y para los cuales y en el Cual, se ve consagrada Madre, a los pies de la cruz: «He aquí a tu hijo»! De este modo, habiendo Ella generado a Cristo, Cabeza del Cuerpo Místico, debería también generar los miembros del mismo Cuerpo. Por eso «María abraza, con su nueva maternidad en el Espíritu, a todos y cada uno de los hombres en la Iglesia; y abraza también a todos y cada uno mediante la Iglesia» (, 47). La Iglesia, a su vez, no cesa de consagrarlos.
El mensaje de Fátima está lleno de esperanza, exigente y al mismo tiempo confortador, anunciado a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, particularmente en un mundo violento que clama por paz y por justicia. Está centrado en la oración, la penitencia y la conversión, que se proyecta para más allá de las amenazas, peligros y horrores de la historia, para invitar al hombre a tener confianza en la acción de Dios, a cultivar la gran buena Esperanza, a hacer experiencia de la gracia del Señor para enamorarse de Él, fuente de amor y paz.
Vivimos días de gran violencia urbana: asistimos atónitos la falta de respeto para con las personas. Casas son invadidas por criminales que no respetan más la vida humana. Niños y ancianos no son más respetados. Se mata por el simple gusto de «vengar» cuando no hay producto lucrativo de los robos en las residencias, y también en el comercio, o sea, en nuestros trabajos. María Santísima nos trae un mensaje de paz, de confianza inamovible en Dios, en primer lugar, para que podamos abrir nuestros corazones para una conversión muy profunda. Una conversión de cambio de mentalidad: el pueblo brasileño siempre respetó la familia. El pueblo brasileño siempre amó a los niños, como Jesús. Nuestra gente siempre respetó a la tercera y mejor edad. El gran problema de la violencia reside no en la disminución de la mayoría penal, sino en la revalorización de la familia. Nuestras parejas no deben tener miedo de la maternidad, de constituir familias numerosas. Solamente dentro de un hogar, cimentado bajo los valores del Evangelio, es que educaremos a la juventud para los valores de Dios, para la ciudadanía, para la solidaridad, para la justicia y para el respeto a la vida, como primado principal del Hijo de Dios y del ciudadano.
En ese sentido, María nos enseña por su verdadera devoción a imitación de sus virtudes, que Ella nos conduce siempre a Jesús. Por eso, el saudoso Papa Pablo VI nos enseñó que: «Sin embargo, ni la gracia del Redentor divino, ni la intercesión poderosa de Su Madre y nuestra Madre espiritual, ni su excelsa santidad podrían conducirnos al puerto de la salvación, si a todo eso no correspondiese nuestra perseverante voluntad de honrar a Jesucristo y a la Virgen Santa con la devota imitación de sus sublimes virtudes. Es, pues, deber de todos los cristianos imitar con espíritu reverente los ejemplos de bondad que les fueron dejados por la Madre del Cielo. Es ésta, venerables Hermanos, la otra verdad sobre la cual nos agrada llamar vuestra atención y la de los hijos confiados a vuestros cuidados pastorales, para que ellos acepten favorablemente la exhortación de los Padres del Concilio Vaticano II: ‘Recuérdense los fieles de que la devoción auténtica no consiste en sentimentalismo estéril y pasajero o en vana credulidad, sino procede de la fe verdadera que nos lleva a reconocer la excelencia de la Madre de Dios y nos incita a un amor filial para con nuestra Madre, y a la imitación de sus virtudes’. Es la imitación de Jesucristo, indudablemente, el regio camino a recorrer para llegar a la santidad absoluta del Padre celeste. Pero, si la Iglesia Católica siempre proclamó esta verdad tan sacrosanta, también afirmó que la imitación de la Virgen María, lejos de alejar a las almas del fiel seguimiento de Cristo, lo torna más amable, más fácil; en verdad, habiendo Ella cumplido siempre la voluntad de Dios, mereció en primer lugar el elogio que Jesucristo dirige a los discípulos: ‘Todo aquel que haga la voluntad de mi Padre que está en los Cielos, ese es quien es mi hermano, mi hermana y mi madre’ (Mt 12,50)» (cf. Signum Magnum, 8).
La devoción mariana, particularmente por la recitación del Rosario en nuestras familias, en nuestras comunidades, en nuestras parroquias y en nuestros trabajos nos ayudará, en este mes bendecido, a colocarnos en la escuela de María, que nos enseña a hacer siempre la voluntad de Jesús. Los misterios contemplados en el Rosario santo de Jesús. La repetición de las Ave-Marías es un modo contemplativo de estar con María meditando en los misterios de nuestra salvación, porque el Rosario Mariano es completamente cristológico.
María Santísima nos enseña a siempre hacer la voluntad de Jesús. Por eso, en este mes vamos a valorar la recitación del Rosario en familia y en nuestras comunidades. Invito a todos a hacer peregrinación parroquial, de grupos, familiares, o personales a nuestros Santuarios marianos de Nuestra Señora de la Penha y de Nuestra Señora de Fátima, ganando las gracias necesarias adjuntas al Año de la Fe.
Ser hijo devoto de María nos educa a hacer la voluntad de Dios y a rezar en las necesidades de la Iglesia, por el éxito de la JMJ, de la cual la Virgen Aparecida es nuestra patrona, y rezar para todos los que buscan la paz para testimoniar a Jesús en el mundo.
Rogad por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de las promesas de Cristo! Amén, Aleluya! Buen mes de mayo, rosarios en las manos, pies en el piso y ojos para el cielo!
† Orani João Tempesta, O. Cist.
Arzobispo Metropolitano de San Sebastián de Río de Janeiro, RJ
Deje su Comentario