viernes, 22 de noviembre de 2024
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El sacerdocio común y ministerial participan del mismo sacerdocio de Cristo, Único Sacerdote, afirma Obispo brasileño

 

Frederico Westphalen (Martes, 07-05-2013, Gaudium Press) Mons. Antonio Carlos Rossi Keller, Obispo de la diócesis de Frederico Westphalen, en Río Grande del Sur, escribió en su más reciente artículo sobre el sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ordenado – una forma de Cristo perpetuar su memoria y su mensaje vivo y real entre nosotros.

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Mons. Antonio Carlos Rossi Keller, Obispo de Frederico Westphalen.

Según el prelado, a Jesús le gustaba decir que nunca estaba solo y podemos verlo retirarse para la montaña, solo, para juntarse a su Padre. Además de prometer a sus discípulos no dejarlos huérfanos porque les enviará su Espíritu, el Espíritu Santo, el Defensor. Mons. Antonio recuerda también que en la hora de las grandes confidencias, poco tiempo antes de su pasión, Jesús anuncia a sus discípulos que vendrá habitar en ellos con su Padre, en la condición de permanecer fieles a su palabra.

El sacerdocio perpetúa la presencia de Cristo

«No solamente el Padre y el Hijo quieren habitar en los discípulos, sino el Espíritu Santo también habitará en ellos para enseñar y hacer acordar de todo lo que Jesús les dijo. Sabemos que hay dos formas de muerte: la muerte física y el olvido. Jesús vino a anunciar a sus discípulos que, después de su muerte, Él resucitará, y el Espíritu Santo ayudará a los discípulos a no olvidar lo que hizo y dijo: ellos harán memoria, acordándose de Él, mas, sobre todo, proclamándolo vivo hoy hasta su venida en la gloria», evalúa.

Y, de acuerdo con el Obispo, una forma de Cristo perpetuar su memoria y su mensaje vivo y real entre nosotros es precisamente a través del sacerdocio. Él explica que el sacerdocio ministerial es el sacerdocio de los Obispos y padres (no de los diáconos) y el sacerdocio común de los fieles es el sacerdocio de todos los bautizados.

Mons. Antonio enfatiza aunque el sacerdote significa: aquel que ofrece el sacrificio y, a su vez, sacrificio significa ofrenda sagrada. «Entonces, el sacerdote es aquel que ofrece a Dios un sacrificio. Cristo es, a bien decir, el único verdadero sacerdote (cf. Carta a los Hebreos): sacerdote único y eterno porque se ofreció a Sí mismo en el altar de la cruz. Él propio es, al mismo tiempo, el sacerdote y la ofrenda».

Para el prelado, los padres son llamados de sacerdotes porque, actuando «en la persona de Cristo Cabeza» (cf. Catecismo Iglesia Católica nº 1548), ellos ofrecen en el altar el sacrificio de Cristo en la Cruz, actualizado a través de la Eucaristía. Pero él resalta también que, todo bautizado es, por su bautismo, sacerdote, como Cristo.

«Entonces, siendo sacerdotes, qué ofrenda sagrada es que ofrecen a Dios? El cristiano ofrece a Dios en sacrificio su vida. Esto no quiere decir que haga de su vida un sacrificio-sufrimiento, pero sí un sacrificio-ofrenda a Dios, oblación. Aunque  sus sufrimientos también formen parte de su ofrenda, pues el bautizado consagra a su Señor toda su vida, todo aquello que es. Él es consagrado por el bautismo y por la unción del Espíritu Santo para ofrecer, mediante todas las obras del cristiano, sacrificios espirituales», declara.

Los fieles también participan del sacerdocio de Cristo

Por último, el Obispo afirma que este «sacerdocio común» es el de Cristo, único Sacerdote, del cual participan todos sus miembros (cf. Catecismo nº 1141), y es el celo bautismal que los compromete y los torna capaces de: servir a Dios mediante una participación viva en la santa liturgia de la Iglesia; y de ejercer su sacerdocio bautismal por el testimonio de una vida santa y de una caridad eficaz (cf. Catecismo nº 1273). Mons. Antonio resalta que sacerdocio común y ministerial son dos participaciones en el mismo sacerdocio de Cristo, Único Sacerdote.

El sacerdocio común, conforme el prelado, no quiere decir inferior, sino al contrario, el sacerdocio ministerial (de los Obispos y padres) existe por causa del sacerdocio común (de todos los bautizados), y no lo inverso. En verdad, aclara él, el sacerdocio común de los fieles se realiza a través del desarrollo de su bautismo: viviendo una vida de fe, esperanza y caridad, una vida según el Espíritu.

«Ahora, el sacerdocio ministerial proporciona al bautizado los medios que él necesita para vivir la vida divina que recibió en el bautismo. El sacerdote (padre) es un dispensador de esos medios, principalmente de los sacramentos. Pero los padres continúan viviendo, también, el sacerdocio común de los fieles. Antes de ser padres son bautizados: ‘Con vosotros soy cristiano; para vosotros soy Obispo’ (San Agustín)», concluyó. (FB)

 

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