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Los Papas y Nuestra Señora de Fátima

Redacción (Martes, 14-05-2013, Gaudium Press) Desde las primeras noticias de las apariciones de Fátima, los Papas dieron muestras de simpatía y apoyo:

1.jpgPío XI, además de otras manifestaciones públicas de simpatía, concedió en el día 11 de Octubre de 1930 una indulgencia especial a los peregrinos de Fátima.

Pío XII hizo una decena de pronunciamientos sobre Fátima y declaró, el 8 de Mayo de 1950: «Ya pasó el tiempo en que se podía dudar de Fátima». Antes, el 3 de Octubre de 1942, consagrara a la humanidad al Inmaculado Corazón de María; el 11 de Octubre de 1954, ordenó que se renueve anualmente la consagración del mundo a este Corazón. En 1946, por medio de su Legado, el Cardenal Masella, consagró el mundo a la realeza de Nuestra Señora de Fátima.

Juan XXIII, cuando todavía era Cardenal, estuvo como peregrino en el lugar de las apariciones, y en su testamento donó su cruz pectoral al Santuario de Fátima.

Pablo VI fue el primer Pontífice Romano en visitar Fátima, para conmemorar el cincuentenario de las apariciones, el 13 de Mayo de 1967. Antes de eso, al encerrar la III Sesión del Concilio Vaticano II, anunció su intención de enviar una Rosa de Oro al Santuario de Fátima, como efectivamente lo hizo.

2.jpgJuan Pablo II visitó el lugar de las apariciones tres veces, el 13 de Mayo de los años 1982, 1991 y 2000. En esta última ocasión beatificó a los Pastorcitos, Francisco y Jacinta. Además de eso, hizo importantes pronunciamientos respecto a la actualidad del mensaje de Fátima.

En la homilía de la Misa del 13 de Mayo de 1982, en Fátima el Papa polaco dijo: «La invitación evangélica a la penitencia y la conversión, expresada con las palabras de la Madre, continúa todavía actual. Más actual incluso que hace sesenta y cinco años atrás. Y hasta más urgente» (Insegnamenti di Giovanni Paolo II, Libreria Editrice Vaticana, 1982, V, 2, p. 1575).

En mensaje especial a los portugueses por la celebración de los 350 años de la proclamación de Nuestra Señora de la Concepción, Patrona de Portugal, Juan Pablo II recordó las importantes advertencias hechas por Nuestra Señora en Fátima:

«En horas de desatino, cuando el alma de la Nación parecía naufragar, fue visto ‘danzar el sol’ en la Cova de la Iria, amenazando poner fin a los días del hombre sobre la Tierra, al mismo tiempo que Nuestra Señora, a través de los pastorcitos, hacía llegar a la humanidad este gemido materno: No ofendan más a Nuestro Señor, que ya está muy ofendido (Octubre 1917). Los hombres olvidaron a Dios y sus Mandamientos, viviendo como si Él no existiese» (Voz de Fátima, Fátima, 13/8/1996).

Y en la última visita al Santuario, así se expresó el Papa: «En su solicitud materna, la Santísima Virgen vino aquí, a Fátima, a pedir a los hombres ‘no ofender más a Dios Nuestro Señor, que ya está muy ofendido’. Es el dolor de madre que la hace hablar; está en juego la suerte de sus hijos. Por eso, decía a los pastorcitos: ‘Rezad, rezad mucho y haced sacrificios por los pecadores, que van muchas almas para el infierno por no haber quien se sacrifique y pida por ellas’. (Homilía en la Misa de beatificación de los Pastorcitos, 13/5/2000).

Abajo, extracto de la Homilía en Fátima, 13 de mayo de 2000, del Siervo de Dios Juan Pablo II:

3.jpgEl mensaje de Fátima es un apelo a la conversión, alertando a la humanidad para no hacer el juego del «dragón» que, con la «cola, arrastró un tercio de las estrellas del Cielo y las lanzó sobre la tierra» (Ap 12, 4). La meta última del hombre es el Cielo, su verdadera casa donde el Padre celeste, en su amor misericordioso, por todos espera.
Dios no quiere que nadie se pierda; por eso, hace dos mil años, mandó a la tierra a su Hijo para «buscar y salvar lo que estaba perdido» (Lc 19, 10). ¡Y Él nos salvó con su muerte en la cruz; que nadie torne vana aquella Cruz! Jesús murió y resucitó para ser «el primogénito de muchos hermanos» (Rom 8, 29).

En su solicitud materna, la Santísima Virgen vino aquí, a Fátima, a pedir a los hombres «no ofender más a Dios Nuestro Señor, que ya está muy ofendido». Es el dolor de madre que la hace hablar; está en juego la suerte de sus hijos. Por eso, decía a los pastorcitos:

«Rezad, rezad mucho y haced sacrificios por los pecadores, que van muchas almas para el infierno por no haber quien se sacrifique y pida por ellas».

Benedicto XVI depositó a los pies de Nuestra Señora de Fátima su Pontificado. He aquí los comentarios del Cardenal Patriarca de Lisboa a este respecto:

4.jpg«Estoy hoy aquí (en Fátima), tal vez como muchos de vosotros, para cumplir una promesa que hice a Su Santidad Benedicto XVI. Cuando al final del Cónclave llegó mi vez de saludarlo y jurarle comunión y obediencia, el Santo Padre me agarró las manos y me habló de Fátima. Entonces, le prometí, y él me agradeció, que en el próximo 13 de mayo yo vendría a poner a los pies de Nuestra Señora su Pontificado. Así, aquí estoy para cumplir esa promesa y os pido a todos vosotros que me acompañéis con fe y amor, en esta consagración a María del Pontificado que ahora comienza» (Cardenal Patriarca de Lisboa, Cardenal José Policarpo, 13/5/2005)

Palabras del Papa Benedicto XVI, en el Regina Coeli del 14 de Mayo de 2006:

Si no faltaron preocupaciones y sufrimientos, si todavía hay motivos de aprehensión por el futuro de la humanidad, nos conforta lo que la «Señora vestida de blanco» prometió a los pastorcitos: «¡Por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará!»

 

 

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