lunes, 25 de noviembre de 2024
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La Iglesia Católica en el mundo celebró a San Isidro Labrador

Madrid – San Isidro (Viernes, 1705-2013, Gaudium Press) La Iglesia católica celebró el pasado 15 de mayo la fiesta de uno de los santos más venerados por las comunidades rurales en el mundo: San Isidro Labrador tradicional patrono de los hombres y mujeres de campo, a quien se encomiendan los frutos de las cosechas y las necesidades de la vida campesina.

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La fiesta de San Isitdro Labrador o «Pahiyas» en Lucban, Filipinas. Los pobladores decoran sus casas con los frutos de la cosecha para recibir el paso de la imagen del Santo. Foto: CBCP News.

El Cardenal Antonio María Rouco, Arzobispo de Madrid, predicó en su homilía en honor del santo (quien es además Patrono de Madrid) sobre la esperanza cristiana y la confianza en la Providencia, ejemplares en este venerado agricultor. San Isidro era «un hombre de fe. De fe en Dios, a quien confiaba y dedicaba su persona, la de su esposa y de su hijo, su tiempo y su trabajo: ¡toda su existencia!».

El santo asistía la Eucaristía diariamente, y se hizo ejemplo cotidiano de laboriosidad y generosidad. La suya es «la vida de un cristiano entregado a la alabanza a Dios y al bien de todos: de su familia, de sus vecinos, de sus compañeros, del amo… y de los pobres que hallaban en su casa una olla siempre llena -a veces milagrosamente llena- y una fraterna acogida». A ejemplo de San Isidro, los creyentes deben vivir la esperanza «en el día a día de nuestra vida sin que nada ni nadie pueda interponerse en el camino del bien y de la felicidad que nos vienen de Jesucristo».

Vida de humildad y discreta santidad

Por su parte, Mons. Oscar Vicente Ojea, Obispo de San Isidro, Argentina, destacó la humildad y sencillez del Santo Patrono de su ciudad. El prelado invitó a pedir estas dos virtudes «para llevar una vida escondida en Cristo, que en definida cuenta significa vivir nuestra verdad en el seno de la iglesia. Vivir nuestra vocación. Vivir con amor nuestro lugar», expresó.

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Fiestas patronales en San Isidro, Argentina, con 380 años de tradición. Foto: Valores Religiosos.

Sobre la vida del campo, Mons. Ojea destacó la enseñanza cristiana que impartió el apóstol Santiago y que encarnó San Isidro: «tengan paciencia hermanos, miren cómo el sembrador espera el fruto precioso de la tierra aguardando pacientemente hasta que caigan las lluvias del otoño y de la primavera. Tengan paciencia y anímense». El Obispo también destacó la Oración Colecta de la Eucaristía que pide a Dios «que el trabajo de cada día humanice nuestro mundo».

«Le pedimos a San Isidro que nuestro trabajo (..) no sea un trabajo a expensas de perder vínculos humanos fundamentales», sino una oportunidad para desarrollo de las demás dimensiones de la vida. «Como las vivió San Isidro, las relaciones familiares, las relaciones de amistad. En nuestro caso, las relaciones entre vecinos», exhortó Mons. Ojea.

El Obispo recordó que los frutos del trabajo y de la vida dependen de la unión con Dios. «Somos ramas de un tronco, tenemos que estar unidos a ese tronco, que es Cristo, que es Jesús. De Él recibimos la vida. Y el Señor quiere que demos frutos de amor, frutos de caridad, que son los que hacen feliz nuestra vida», expresó.

Numerosas celebraciones en países de todos los continentes incluyeron Eucaristías y llamativas procesiones en las que los pueblos ofrecen los frutos de las cosechas y encomiendan anualmente los trabajos de la vida campesina.

Con información de Archidiócesis de Madrid y AICA.

 

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