lunes, 25 de noviembre de 2024
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"La función del Espíritu Santo es permitir a los hombres comunicar la experiencia del Resucitado", afirma el obispo de la diócesis de Erexim, Brasil

Erexim (Miércoles, 22-05-2013, Gaudium Press) Mons. José Gislon, obispo de la diócesis de Erexim, en Río Grande del Sur, por causa de la Fiesta de Pentecostés, celebrada por la Iglesia Católica, en el último domingo, día 19 de mayo, escribió un artículo en que él abordó el tema «Espíritu Santo de Dios».

Según el prelado, con la venida del Espíritu Santo tiene inicio una nueva alianza entre Dios y los hombres. Él recuerda también que la Fiesta de Pentecostés era, originalmente, la fiesta de las colectas; sucesivamente se torna la fiesta de la renovación de la alianza del Sinaí, entre Dios y su pueblo.

1.jpg«En el Sinaí era Dios que hablaba. En la Fiesta de Pentecostés, son los hombres iluminados por el Espíritu Santo que llevan una palabra nueva y creadora. El Espíritu es el intérprete perfecto de la palabra de Cristo. La señal que la presencia del Espíritu actúa en la Iglesia es el amor por Cristo que nace en el corazón de los fieles. El Espíritu, por tanto, crea la comunión de los hijos con el Padre», enfatiza el obispo.

Para Mons. Gislon, la función del Espíritu Santo es permitir a los hombres comunicar la experiencia del Resucitado. «No es el Espíritu que habla; Él, sin embargo, torna posible la comunicación», completa el obispo, que además resalta que el Espíritu no nos dice lo que debemos hacer, ni puede hacer lo que nosotros debemos hacer, él, entretanto, nos da la fuerza y la posibilidad de actuar cuando debemos mostrar resultados.

De acuerdo con el prelado, hoy la Iglesia es llamada a colaborar con el Espíritu Santo para renovar el mundo a través del anuncio y del testimonio, y toda vez que un grupo de hombres y mujeres, de jóvenes o de niños, se reúne para escuchar la palabra del Resucitado, que se torna presente por la potencia del Espíritu, la Iglesia renace. De este modo, resalta Mons. Gislon, estamos siempre viviendo una nueva aurora en la vida de la Iglesia.

«La Fiesta de Pentecostés nos invita e invita a nuestras comunidades a una apertura misionera, y a colocarnos en camino para llevar el Evangelio a todos los hombres».

Por último, el prelado afirma que los discípulos de Jesús, tomados por el miedo, fueron transformados, con los dones del Espíritu Santo, en testigos fervorosos y dispuestos a retomar el camino de Cristo para continuar su obra de salvación.

«Por tanto, todos nosotros podemos trabajar por un mundo mejor. Hacer esto es posible, incluso manteniendo la propia cultura, la propia identidad. Basta apenas creer y dejar que el Espíritu Santo pueda actuar en nosotros», concluye. (FB)

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