jueves, 21 de noviembre de 2024
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Católico chino liberado tras 11 años de trabajos forzados: "Perdí todo, pero gané mi fe en Dios"

Beijing (Martes, 28-05-2013, Gaudium Press) La organización de derechos humanos ChinaAid, de inspiración cristiana, destacó el pasado 21 de mayo el caso de Li JF, un juez católico devoto que pasó 11 años en prisión por pertenecer a la Iglesia Católica que trabaja de forma clandestina y proveer asesoría legal gratuita a los débiles y vulnerables.

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Bob Xiqiu Fu, presidente de ChinaAid.

«Li pudo fácilmente haber hecho una fortuna si hubiera continuado su confortable carrera legal, pudo evitar el arresto, los golpes, y la tortura quedándose callado ante la injusticia. Pero escogió un camino diferente», relató Bob Xiqiu Fu, presidente de ChinaAid. En una carta, el juez le hizo un balance de su dura experiencia: «Perdí todo, ¡pero gané mi fe en Dios!».

Según Fu, Li JF efectivamente perdió todo: «Su salud está destruida, su esposa se divorció de él a causa de las amenazas del gobierno, y no ha visto a su hija desde que fue puesto en prisión», relató. «Su hermano menor huyó a Tailandia en 2010 a causa de las amenazas (…) Cuando Li estaba preso, la Oficina de Seguridad Pública vendió su casa».

La vida del fiel católico en prisión era notablemente dura. Su condena le obligó a trabajar 14 horas diarias, a las que se sumaban tres horas de «clases de reeducación», por lo cual recibía apenas 40 dólares mensuales. Sus padres, ya ancianos y con ingresos limitados, lograban enviarle unos 25 dólares al mes. «De este deficiente ingreso», relató Fu, Li JF sacaba dinero «para comprar Biblias, y con las Biblias dirigió estudios para docenas de prisioneros».

Como era de esperarse, las autoridades carcelarias intentaron impedir su apostolado, pero el juez Li hizo uso de sus conocimientos legales para demostrar el derecho de los internos a poseer su propia Biblia. En noviembre pasado, los textos sagrados tuvieron que ser restituidos tras haber sido confiscados.

«Mi Padre Celestial me escogió para seguirlo cargando mi cruz», expresó el juez Li en su carta. «Con dificultad, escogí un camino en el cual me haría más pobre en riqueza material y en la cual la conmutación de la sentencia sería más difícil. Así que continué extendiendo las semillas del Evangelio… Soy aún más una persona elegida por el Señor y una gloria como esa no puede ser reemplazada con ninguna ganancia material».

La reciente Jornada Mundial de Oración por la Iglesia Católica en China puso de relieve la preocupante situación de los católicos en ese país, donde el estado continúa ejerciendo presiones indebidas sobre las autoridades eclesiásticas y restringe la libertad religiosas de los ciudadanos.

Con información de Asia News y ChinaAid.

 

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