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Ginebra (Miércoles, 29-05-2013, Gaudium Press) La Santa Sede presentó al Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas una declaración que advierte la grave situación de vulneración de los derechos de los creyentes en el mundo. El Arzobispo Silvano Tomasi, Observador Permanente de la Santa Sede ante la ONU, alertó sobre la «discriminación continua reciente y los ataques infringidos» que han suscitado el rechazo de la Iglesia y de varias naciones democráticas.
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| Mons. Silvano Tomasi, Observador Permanente de la Santa Sede ante la ONU. |
«Investigaciones creíbles han llegado a la alarmante conclusión de que un estimado de más de 100 mil cristianos son asesinados debido a alguna relación con su fe cada año», denunció Mons. Tomasi. La cifra expuesta por el Observador no incluye las víctimas cristianas de los conflictos internos y guerras, sino sólo aquellas que se conoce una motivación exclusivamente religiosa.
El panorama que ofrece esta realidad se suma a otras formas de violencia y discriminación contra los creyentes, quienes «están sujetos a desplazamiento forzado, la destrucción de sus lugares de culto, las violaciones y el secuestro de sus líderes», recordó el Arzobispo. Estos hechos, afirmó, se presentan especialmente en «regiones de Medio Oriente, África y Asia».
El origen de los actos de violencia anticristiana es el clima de «fanatismo, intolerancia, terrorismo y leyes discriminatorias», comentó Mons. Tomasi. Sin embargo la restricción de la libertad religiosa se presenta también en Occidente, en países de tradición cristiana, donde «emerge una tendencia que tiene a marginar el cristianismo en la vida pública, ignora sus contribuciones históricas y sociales e incluso restringe la habilidad de llevar a cabo servicios sociales de caridad».
El aporte de la Iglesia en la sociedad
El Arzobispo y Observador Permanente recordó varias declaraciones del Consejo de Derechos Humanos sobre el aporte de la religión y la espiritualidad en beneficio de la sociedad y, en particular, la valiosa contribución de las comunidades cristianas para el bien común de las naciones. Además, citó las estadísticas de la acción benéfica de la Iglesia Católica en favor de millones de personas a quienes sirve distinción de religión o raza.
«En el campo de la educación», recordó Mons. Tomasi, «administra 70,544 guarderías con 6,478,627 alumnos; 92,847 escuelas primarias con 31,151,170 estudiantes; 43,591 escuelas secundarias para 17,793,559 alumnos». A estas cifras sumó más de dos millones de estudiantes de preparatoria y más de tres millones de universitarios instruidos mundialmente por la Iglesia. El Arzobispo destacó los más de cinco mil hospitales y de 18 mil dispensarios de servicios de salud, además de las decenas de miles de ancianatos, orfanatos, centros de rehabilitación, centros de consejería y numerosas instituciones de caridad.
Los datos ofrecidos por Mons. Tomasi sustentaron el llamado de la Santa Sede que, tras exponer esta acción benéfica sumada a la atención humanitaria de refugiados y otras emergencias, pidió respeto por el legítimo ejercicio de sus libertades en el mundo. «Este servicio ciertamente no llama a la discriminación contra los cristianos», afirmó el Arzobispo.
Con información de la Misión de la Santa Sede a las Naciones Unidas en Ginebra.
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