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Obispo auxiliar de Madrid: La mejor manera de hacer Nueva Evangelización es santificarnos

Madrid (Domingo, 02-03-2013, Gaudium Press) Mons. César Franco Martínez, Obispo auxiliar de Madrid, Mons. Joaquín Martín Abad, vicario episcopal para la Vida Consagrada de la Archidiócesis de Madrid y D. Blas Camacho Zancada presidente de la «Asociación para la Canonización del Siervo de Dios Ismael de Tomelloso» presentaron en el Seminario Conciliar de Madrid la sección madrileña de la citada Fundación.

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El Obispo D. César Franco en sus interesantes palabras señaló: «Yo me alegro mucho de presidir este acto, en nombre del Señor Cardenal que les envía su solidaridad. Me alegro de estar aquí y deseo que se difunda mucho la Asociación y la vida de este joven, que fue una vida inmersa en el silencio, pero nada de lo que ocurre en Dios queda en el silencio. Una vida que procuró la santidad. Es siempre importante recordar algo fundamental: todas las asociaciones de la Iglesia, todas, absolutamente todas, tienen como fin primero, que quienes hacen parte de ellas procuren la santidad. Nos lo dice bien la Exhortación Post-sinodal Christifidelis Laici, Dios nos ha llamado para ser santos. Todos en la Iglesia, precisamente por ser miembros de ella, reciben y, por tanto, comparten la común vocación a la santidad. Los fieles laicos están llamados, a pleno título, a esta común vocación, sin ninguna diferencia respecto de los demás miembros de la Iglesia: «Todos los fieles de cualquier estado y condición están llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad»]; «todos los fieles están invitados y deben tender a la santidad y a la perfección en el propio estado». La mejor manera de hacer Nueva Evangelización es santificarnos. Y por eso la vida de Ismael de Tonelloso es un ejemplo que debemos seguir. Y yo os exhorto a seguir trabajando por su canonización. No olvidemos que la mejor manera de hacer Nueva Evangelización es santificarse».

Por su parte D. Joaquin Martín Abad expresó que él como perito-teólogo había dado un parecer sobre las virtudes de Ismael de Tomelloso, y eso se demuestra a través de los textos de este Siervo de Dios, «tan solo veintidós cartas, pero en ellas quedan claras sus virtudes y su amor de Dios». Recordó Mons. Joaquín Martín Abad como había conocido la figura del Siervo de Dios a través de una de sus sobrinas, religiosa en Aravaca y como él había estado en muchos de los lugares de la historia de Ismael de Tomelloso y como a través del conocimiento de su vida y de sus padecimientos su figura se había agigantado ante sus ojos.
D. Blas Camacho recordó aspectos de la vida del Siervo de Dios y señaló que «la vida de todos los santos incluyen múltiples sorpresas y también la de Ismael, que fue la lección del silencio. Alguien, que desde los 17 años quería entregarse a Dios. Alguien que quiso ser sacerdote y pidió ser amortajado con la sotana de jesuita. Alguien que amó a la Santísima Virgen, en la invocación de la Medalla Milagrosa que quiso llevar en la situaciones más peligrosas de su vida, alguien por fin que fue mártir del silencio.

Según uno de sus biógrafos:

«Ismael Molinero Novillo, nació en Tomelloso (Ciudad Real) el 1 de mayo de 1917, vivió entre las dos guerras mundiales, y murió prisionero durante la guerra civil en Zaragoza, el 5 de mayo de 1938. Era el quinto de once hermanos. El padre era herrero de profesión y la madre tenía que ocuparse de la numerosa familia. Empezó a estudiar en el Colegio de la Milagrosa, que pronto tuvo que abandonar para ayudar a la familia y lo colocaron a trabajar como dependiente de comercio. Demostró ser un buen estudiante, inteligente y trabajador, tanto en el Colegio de la Milagrosa como en la escuela, con unas dotes especiales para tratar a la gente y para el arte y la creatividad, lo que demostró en el comercio, en la decoración de los escaparates, en la atención a los clientes, tocaba la guitarra, recitaba poesías, montaba y dirigía obras de teatro, por lo que fue muy apreciado por sus jefes. Era, además, el líder de la pandilla de amigos que lo admiraban por su carácter extrovertido, divertido y alegre.

Por medio de un amigo ingresó en la Juventud de Acción Católica en 1934 y, sin cambiar de vida y de trabajo, ni perder la alegría, comenzó a cuidar y atender a los pobres del pueblo y a los ancianos desamparados del Hospital – Asilo, ayudando a las Hermanitas de los Desamparados, y alegrándoles su vida con la guitarra, las canciones y los bailes. Hizo Ejercicios Espirituales en el Seminario de Ciudad Real en 1935 e impresionó mucho a los sacerdotes y seminaristas por su piedad y devoción a la Eucaristía. El Padre Sánchez-Olivas, que fue asesinado, al terminar los Ejercicios Espirituales y despedirse de los jóvenes, cuando llegó a Ismael, se puso de rodillas y le besó los pies, lo que ninguno ha podido olvidar.

El año 1937 fue movilizado por el ejército de la República, combatió en el frente de Teruel y, en febrero de 1938, fue hecho prisionero en la batalla del Alfambra. Lo llevaron con cientos de milicianos a unas parideras de ganado que utilizaron provisionalmente como prisión en Santa Eulalia del Campo. Como ese invierno fue uno de los más duros que se han conocido, con temperaturas de más de veinte grados bajo cero y cubierto de nieves heladas, enfermó de pulmonía que degeneró en tuberculosis. En la prisión continuó ofreciendo su vida a Dios, en silencio, por la paz, a pesar de la enfermedad, pudiendo haber obtenido la libertad con haber dicho simplemente que era el tesorero de la Acción Católica de Tomelloso.

A mediados de febrero de 1938, fue trasladado al Campo de Concentración de San Juan de Mozarrifar, cerca de Zaragoza, y continuó el martirio del silencio hasta que, próximo a morir abrió, por primera vez, sus labios para pedir la confesión y la comunión. Murió en el Hospital Clínico de Zaragoza, el 5 de mayo de 1938, desde donde se extendió su fama de santidad por Zaragoza, donde lo empezaron a conocer como Ismael de Tomelloso. Se escribieron cientos de artículos sobre su vida y varias biografías tituladas: «El Miliciano Santo», «La Lección de su Silencio», «El Miliciano que Murió como un Santo» y una obra de teatro, «El Miliciano de Amaponte». Su fama de santidad se extendió por toda España y más allá de nuestras fronteras.

Los jóvenes de Acción Católica de Zaragoza visitaron con frecuencia su tumba y le hicieron homenajes nacionales en la Plaza del Pilar donde acudieron mas de veinte mil de jóvenes. Sus restos se trasladaron a Tomelloso por deseo de su madre el 13 de mayo de 1950. El último homenaje que se le rindió fue en Tomelloso fue el 20 de mayo de 1956, al que acudieron miles de jóvenes de Acción Católica, y desde entonces el silencio que guardó Ismael para su vida se ha extendido durante más de medio siglo, hasta principios del siglo XXI que fue solicitada la apertura del proceso de canonización concediéndose el «nihil obstat» en dos meses, en febrero de 2008, habiendo sido clausurada la fase diocesana de la Causa de Beatificación y Canonización del hoy Siervo de Dios en el Obispado de Ciudad Real el 3 de diciembre de 2009 y presentada en la Congregación para las Causas de los Santos en Roma».

Quienes quieran hacer parte de la Fundación pueden hacerlo dirigiéndose a asociació[email protected] o entrando en la web www.ismaeldetomelloso.com

Gaudium Press / José Alberto Rugeles

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