Oklahoma City (Martes, 06-04-2013, Gaudium Press) Hay preocupación en el medio oeste americano por los flagelos climáticos de que han sido victima sus pobladores los últimos meses. Y de hecho, las cifras hablan por sí solas: el pasado fin de semana, 10 personas murieron en Oklahoma y tres más en Missouri, mientras miles de casas continuaban sin energía en las primeras horas del lunes debido a las fenómenos meteorológicos que azotaron la zona.
Para agravar las circunstancias, la tormenta del Viernes se descargó durante la hora pico del tráfico, cuando centenas de personas estaban atascadas en las autopistas, tratando de evacuar la zona. Según testigos presenciales, sus automóviles fueron elevados momentáneamente en el aire -con sus ocupantes dentro-, engolfados en las fuertísimas corrientes de viento que caracterizan los recientes huracanes y tornados.
Además de los vientos, 20 cm de lluvia se precipitaron sobre el área, causando graves inundaciones relámpago.
Trágicamente, una madre y su bebé perdieron sus vidas en la ciudad de El Reno, al ser absorbidas de dentro del vehículo en que viajaban, por los vientos del tornado.
La tormenta del viernes sucede al tornado de dos semanas atrás en la ciudad de Moore, Grado 5 en la escala EF, con vientos de más de 325 km/h, que destruyera 1200 casas, dejando 33.000 afectados y daños estimados en aproximadamente 2 billones de dólares.
«Caminaremos con el pueblo de Oklahoma a través de su recuperación»- afirmó el Arzobispo de Oklahoma, Mons. Pablo S. Coakley, destacando el rol de las Caridades Católicas, que en este momento se encuentran trabajando para «garantizar una respuesta suave e inmediata» en relación a las víctimas «mientras reconstruyen sus vidas». «Vengan a mí los que van cansados, llevando pesadas cargas, y yo los aliviaré», recordó Mons. Coakley fueron las palabras de Jesús.
Gaudium Press / Gustavo Kralj
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