Obispos chilenos dieron a conocer un mensaje pastoral inspirado en las palabras de Jesús: "Ánimo, ¡Soy yo! ¡No tengan miedo!"

Santiago (Viernes, 14-06-2013, Gaudium Press) El pasado miércoles 12 de junio, en el marco del inicio de la II Asamblea Eclesial Nacional, los obispos chilenos, por intermedio de su Secretario General monseñor Ignacio Ducasse, dieron a conocer un mensaje pastoral inspirado en las palabras de Jesús en medio de la tormenta «Ánimo, ¡Soy yo! ¡No tengan miedo!».

En él dirigen profundas y afectuosas palabras «a todos los que viven su discipulado comprometidos en la misión de la Iglesia», invitando a vivir la nueva evangelización aun en las dificultades que ofrece el mundo actual.

Los prelados, partícipes también de la Asamblea, comienzan su mensaje recalcando la importancia de experimentar la presencia del Espíritu Santo en el caminar de la Iglesia chilena. «Fortalecidos por la presencia del Espíritu Santo, la Iglesia que peregrina en tierra chilena vuelve a renovar su profesión de fe», señalan.

Dar testimonio de la fe

Junto con comunicar su cercanía y afecto a todos los fieles, enfatizan que el mensaje que la Asamblea discierne es especialmente relevante en el contexto de una sociedad secularizada y sin esperanza, en la que es difícil, pero no imposible, dar testimonio de la fe.

«Sentimos un deber sostenernos unos a otros, escucharnos con respeto, apoyarnos y nutrirnos en el Señor para recuperar las confianzas y seguir caminando con nuevos bríos», destacan.

En este sentido, los pastores agregan que las enseñanzas del Papa emérito, Benedicto XVI, son un testimonio a seguir, quien nos enseñó a todos que Dios «es Maestro y Señor. En Él se funda nuestra fe. Él es el futuro de cada persona y de toda la sociedad. Sólo Él tiene palabras de Vida eterna y sólo Él es la roca inconmovible sobre la cual construir la comunión y la solidaridad humana».

Resaltando la continuidad de estas enseñanzas con las del actual Pontífice, expresan que en estos primeros meses el Papa Francisco nos ha confirmado y profundizado en aquella misma fe «indicando con palabras y con gestos sencillos la misión de la Iglesia que se manifiesta en un servicio evangélico, volcado especialmente a los pobres y a los alejados, y a quienes viven en las periferias materiales, morales y espirituales».

Los obispos también hacen un vivo llamado a la juventud, para que se siga entregando «por entero a Jesucristo», de manera que todos experimenten el amor de Dios en comunidad.