Roma (Viernes, 14-06-2013, Gaudium Press) «…Yo ofrezco mi vida en holocausto por mi diócesis, por la Acción católica, por el porvenir de Italia y por el regreso de la paz en el mundo»: Esas fueron las últimas palabras de su testamento, recogidas por sus compañeros de cautiverio, pues el periodista Odoardo Focherini -quien será beatificado mañana en Carpi-Italia- pasó los últimos días de su vida prisionero de los nazis.
El próximo beato fue presidente de la Acción Católica Italiana a los 27 años. En 1930 contrajo nupcias con María Marchesi, con quien tuvo 7 hijos. En 1939 era director del diario L’Avvenire.
En plena persecución nazi a los judíos, Focherini organizó una red que los trasladaba hasta Suiza. Se calcula que logró salvar a más de 100. Entretanto, y a pesar de evitar la exposición, fue capturado el 11 de marzo de 1944 en un hospital, cuando ayudaba a un paciente judío. Fue interrogado por las SS, y luego hecho prisionero.
En el campo de trabajo de Hersbruck, las extenuantes jornadas de trabajo no consiguieron aminorar su ánimo ni su fe cristiana. De hecho, esta fe también era objeto especial de la animadversión de los nazis, como declaró el franciscano Giovangiuseppe Califano, postulador de la causa de beatificación, quien declaró que este periodista murió por «odio a la fe. Las pruebas de eso es que él reveló en sus escritos que siempre hubo un tono anticatólico en su primer interrogatorio. La intención era suprimir a un activista católico».
En una de las duras jornadas en la prisión sufrió una herida en una pierna, inicio de la septicemia que lo llevó a la muerte, el 27 de diciembre de 1944. Poco antes del deceso escribió a su familia, a la que mucho amaba: «A mis siete hijos… quisiera verlos antes de morir… sin embargo acepta, Señor, también este sacrificio y custódialos tú, junto a mi mujer, a mis padres, y a todos mis seres queridos», decía uno de sus último escritos.
«Declaro morir en la más pura fe católica, apostólica, romana y en plena sumisión a la voluntad de Dios». Odoardo «nunca pronunció una sola palabra de odio contra sus perseguidores», expresa el Fraile Califano. «Podemos decir que merece no sólo la corona de la fe, sino también la de la caridad».
Con información de ReligionEnLibertad
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