Ciudad del Vaticano (Lunes, 17-06-2013, Gaudium Press) «Queremos dar gracias al Señor por el don de la vida en todas sus diversas manifestaciones, y queremos al mismo tiempo anunciar el Evangelio de la Vida»: con estas palabras el Papa Francisco inició su discurso ayer, en el Ángelus en el que, en el marco Año de la Fe, y promovido por el Pontificio Consejo de la Nueva Evangelización, se promocionaba el Evangelio de la Vida.
Foto: Radio Vaticano |
En este discurso, el Pontífice comentó las lecturas de la Sagrada Escritura del día. Al hablar del adulterio del Profeta David, el Papa afirmó que cuando «el hombre quiere afirmarse a sí mismo, encerrándose en su propio egoísmo y poniéndose en el puesto de Dios, acaba sembrando la muerte. Y el adulterio del rey David es un ejemplo». Entretanto, el Rey David, «comprende y pide perdón: ‘He pecado contra el Señor’ (v. 13), y el Dios misericordioso, que quiere la vida y siempre nos perdona, le da de nuevo la vida; el profeta le dice: ‘También el Señor ha perdonado tu pecado, no morirás’ «, expresó el Papa Francisco.
Ese Dios que perdonó a David «es la fuente de la vida; y gracias a su aliento el hombre tiene vida y su aliento es lo que sostiene el camino de su existencia terrena. Pienso igualmente en la vocación de Moisés, cuando el Señor se presenta como el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, como el Dios de los vivos; y, enviando a Moisés al faraón para liberar a su pueblo, revela su nombre: «Yo soy el que soy», el Dios que se hace presente en la historia, que libera de la esclavitud, de la muerte», según el Pontífice.
En la misma línea del perdón que produce vida, el Pontífice habló de la mujer pecadora perdonada por Cristo. «Jesús deja que se acerque una pecadora, e incluso le perdona los pecados, diciendo: ‘Sus muchos pecados han quedado perdonados, porque ha amado mucho, pero al que poco se le perdona, ama poco’ (Lc 7,47). Jesús es la encarnación del Dios vivo, el que trae la vida, ante tantas obras de muerte, ante el pecado, el egoísmo, el cerrarse en sí mismos. Jesús acoge, ama, levanta, anima, perdona y da nuevamente la fuerza para caminar, devuelve la vida. Vemos en todo el Evangelio cómo Jesús trae con gestos y palabras la vida de Dios que transforma», dijo el Papa.
El Pontífice concluyó sus palabras con una sentida invitación: «Queridos hermanos y hermanas, miremos a Dios como al Dios de la vida, miremos su ley, el mensaje del Evangelio, como una vida de libertad. El Dios vivo nos hace libres. Digamos sí al amor y no al egoísmo, digamos sí a la vida y no a la muerte, digamos sí a la libertad y no a la esclavitud de tantos ídolos de nuestro tiempo; en una palabra, digamos sí a Dios, que es amor, vida y libertad, y nunca defrauda (cf. 1 Jn 4,8, Jn 11,25, Jn 8,32)».
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