Corrientes (Lunes, 17-06-2013, Gaudium Press) En un comentario a la lectura del Evangelio correspondiente al pasado domingo 9, Mons. Domingo Salvador Castagna, Arzobispo Emérito de Corrientes, Argentina, recordó la necesidad de explicar el verdadero sentido del pecado a una cultura que parece haberse olvidado de él. «Parece que se busca intencionalmente eliminar del vocabulario vigente el término ‘pecado'», alertó el prelado.
Mons. Domingo Salvador Castagna, |
«Hace muchos años, el Venerable Papa Pío XII introdujo en su enseñanza una afirmación asustadora», comentó Mons. Castagna: «Los hombres y mujeres de nuestro tiempo perdieron el sentido del pecado». El tema fue abordado por el Arzobispo emérito en su explicación sobre el milagro obrado por Nuestro Señor Jesucristo al resucitar al joven hijo de la viuda de Naím. Después de explicar que el Evangelio relaciona el pecado con la muerte eterna, el prelado ofreció su diagnóstico sobre la sociedad actual. «¡Si hace sesenta años el mundo estaba en esas condiciones, cuánto más lo está ahora!»
El pecado es, en las palabras del Arzobispo emérito, «el producto inmediato del mal uso de la libertad y, por la misma razón, aparece contrapuesto al amor verdadero». Esa realidad, «como negación de la auténtica vida, invadió los espacios más significativos de nuestra moderna sociedad». Sin embargo, la cultura actual poco considera el pecado y sus graves consecuencias y «confunde la vida con la muerte».
«Si se predica el Evangelio», advirtió Mons. Castagna, «no se puede ocultar este incómodo concepto: el pecado es la muerte del alma. Es preciso que lo excluya de la vida personal y social». Los intentos del hombre para vivir en situación de pecado y buscar la felicidad fuera de su fuente genuina en Dios fueron comparados por el prelado con el cortejo fúnebre que acompañaba al joven muerto en el relato del Evangelio.
La esperanza cristiana vislumbra otra alternativa para el hombre, si él se abre a una auténtica conversión: «La compasión de Dios, manifestada en Jesús, detendrá ese cortejo para resolver el drama de aquellos que no vislumbran todavía otra meta que el cementerio», comentó el Arzobispo emérito. «Al celebrar el Misterio pascual, la Iglesia, como humanidad reconducida por Cristo al Padre, recobra la esperanza de vencer la muerte del pecado y de encontrar la Vida para siempre.» (GPE/EPC)
Con informaciones de AICA.
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