Ciudad del Vaticano (Martes, 25-06-2013, Gaudium Press) En la Solemnidad del Nacimiento de San Juan Bautista, siguiendo el ejemplo de San Juan, la Iglesia es llamada a proclamar la Palabra de Dios hasta el martirio. Fue lo que destacó el Papa Francisco en la Santa Misa de ayer en la mañana, en la Casa Santa Marta. El Papa reafirmó que la Iglesia no debe jamás conservar algo para sí misma, sino estar siempre al servicio del Evangelio y agregó:
«Juan parece ser nada. Esa es la vocación de Juan, anularse. Y cuando contemplamos la vida de este hombre, tan grande, tan poderoso -todos creían que él era el Mesías- cuando contemplamos esa vida, cómo se anula hasta la oscuridad de una prisión, contemplamos un gran misterio. Nosotros no sabemos cómo fueron los últimos días de Juan. Sabemos apenas que él fue muerto, su cabeza colocada en una bandeja, como gran regalo para una bailarina y una adúltera. Yo creo que más que eso él no podía rebajarse, anularse. Ese fue el final de Juan».
«La Iglesia existe para proclamar, para ser voz de una Palabra, de su esposo, que es la Palabra. La Iglesia existe para proclamar esta Palabra hasta el martirio. Martirio precisamente en las manos de los orgullosos, de los más soberbios de la Tierra. Juan podría tornarse importante, podría decir algo sobre sí mismo. Pero yo creo jamás haría eso: indicaba, se sentía voz, no Palabra. El secreto de Juan. ¿Por qué Juan es santo y sin pecado? Porque, él jamás presentó una verdad como suya. Él no quería ser un ideólogo. Era el hombre que se negó a sí mismo, para que la Palabra sobresaliese. Y nosotros, como Iglesia, podemos pedir hoy la gracia de no tornarnos una Iglesia ideologizada».
«Este es el modelo que ofrece hoy Juan para nosotros y para la Iglesia. Una Iglesia que esté siempre al servicio de la Palabra. Una Iglesia, que nunca tome nada para sí misma. Hoy en la oración pedimos la gracia de la alegría, pedimos al Señor animar a esta Iglesia en su servicio a la Palabra, de ser la voz de esta Palabra, predicar esa Palabra. Vamos a pedir la gracia: la dignidad de Juan, sin ideas propias, sin un Evangelio tomado como propiedad, apenas una Iglesia voz que indica la Palabra, y eso hasta el martirio. ¡Así sea!».
En la misa, que fue concelebrada, entre otros, por el Cardenal Gianfranco Ravasi, participaron un grupo de sacerdotes y colaboradores del Pontificio Consejo para la Cultura, un grupo de funcionarios de la Pontificia Comisión de Arqueología Sacra y un grupo del Servicio Filatélico y Numismático del Vaticano. (RMDC)
Con informaciones de la Radio Vaticana.
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