Ottawa (Miércoles, 26-06-2013, Gaudium Press) Un proyecto de ley que pretende declarar el día 02 de abril como «Día de Juan Pablo II» en Canadá avanza con fuerza en el Parlamento de este país norteamericano. Pese al ambiente político cada vez más reacio a las manifestaciones públicas relacionadas con la fe, la iniciativa contó con una reciente votación favorable de 247 contra 42 en la Cámara de Comunes del órgano legislativo.
El Beato Juan Pablo II sería conmemorado en Canadá el 02 de abril, aniversario de su fallecimiento. |
La propuesta de un «Día de Juan Pablo II» cuenta con el apoyo de más de una docena de ministros y del Primer Ministro Stephen Harper, y será sometida al debate en el Senado. Mientras los promotores han declarado que no pretenden con la ley conceder un privilegio a la Iglesia Católica, sí desean «reconocer el legado del Papa Juan Pablo II, que va más allá de su papel en la Iglesia Católica», como afirmó el parlamentario Wladyslaw Lizon. Su lucha por la libertad y la paz fueron ejemplares para creyentes y no creyentes por igual, según el legislador. «Para mí, esto representa una gran parte de lo que significa ser canadiense».
En su discurso a los miembros de la Cámara de Comunes, Lizon destacó la oposición pacífica del Beato Juan Pablo II a los regímenes totalitarios y los grandes cambios que sucedieron en el mundo bajo el liderazgo en su ministerio pontificio, como la caída de la Unión Soviética. Los opositores al proyecto preguntaron por qué no se designaba el día como «Día de Karol Wojtyla», a lo que el legislador contestó «No entiendo claramente por qué deberíamos temer designar un día a un hombre que, no lo podemos negar, fue un líder de la Iglesia Católica».
Finalmente la propuesta obtuvo la aprobación de la gran mayoría de miembros de la Cámara, quienes destacaron la figura de Su Santidad como «embajador de la paz» y «modelo de las futuras generaciones» según declaraciones de los parlamentarios. El Beato Juan Pablo II dejó además una grata memoria en Canadá tras su visita al país con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud realizada en Toronto, en 2002. «En un tiempo en el que el compromiso, especialmente el de los jóvenes, está en declive y las personas se identifican cada vez menos con alguna religión, fue un poderoso testamento de su posición como constructor de paz y su influencia como líder», declaró el parlamentario Frank Valeriote. A dicha JMJ asistió aproximadamente un millón de personas.
Con información de Catholic Register.
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