Kigali (Martes, 02-07-2013, Gaudium Press) Ruanda. El nombre de este país africano evoca en el imaginario colectivo escenas de una crueldad hasta entonces inédita, en lo que se conoció como el genocidio de Ruanda, violencia que tuvo su clímax en 1994. Entretanto, y en medio de mil dificultades, la Iglesia allí continúa desarrollando su labor pastoral, que se manifiesta creciente, curando las heridas, restaurando el tejido social, promoviendo la paz a través de la predicación del Evangelio y la vida sacramental.
En este pequeño país africano, de 8.600.000 habitantes -de los cuales aproximadamente el 60% es católico- las vocaciones sacerdotales florecen en las 9 diócesis existentes. En la labor de formación sacerdotal se destaca el Seminario de San Carlos de Nyakibanda, en la diócesis de Butare, que fue construido en 1953, que es auxiliado con ayudas del extranjero, y que cuenta con alrededor de 200 seminaristas provenientes de diversas diócesis.
Para apoyar la labor de la Iglesia local, una misión de los Heraldos del Evangelio de Canadá ha ido a estas tierras africanas, invitados por algunos sacerdotes y por familias que participan del Apostolado del Oratorio, en diversas localidades. El Apostolado del Oratorio es la peregrinación permanente de cuadros del Inmaculado Corazón de María por grupos de 30 familias, cada una de las cuales recibe el oratorio una vez por mes, ocasión en la cual en el hogar se rinde un especial culto a la Madre de Dios, de acuerdo a unas sencillas normas que las familias se comprometen a cumplir. Este Apostolado ha sido relevante en el fortalecimiento de la vida parroquial en los lugares donde está presente, particularmente en Ruanda.
La visita de la Misión de los Heraldos a Ruanda ha sido la ocasión también para tomar contacto con todos los segmentos la población. Los misioneros de los Heraldos del Evangelio destacan en sus relatos la alegría que confiere a la sociedad la abundante presencia de niños, que se ven por doquier.
El hábito de los Heraldos ha causado «sensación» entre los habitantes, quienes se acercan a los misioneros para pedir una estampa de la Virgen, para preguntar quiénes son y qué hacen, algunos para fotografiarse con los misioneros, incluso declarándose de forma anticipada como ateos. «Los ateos ruandeses son más bien simpáticos», declara el hermano François Boulay, uno de los misioneros. Durante la misión se visitarán escuelas, capillas, iglesias y diversas comunidades cristianas.
Además de las familias pertenecientes al Apostolado del Oratorio, ya existe un terciario de los Heraldos del Evangelio en el país, además de varias personas que desean iniciar la formación para terciarios de esta Asociación Pontificia.
Gaudium Press / S. C.
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