Seúl, Corea del Sur (Miércoles, 03-07-2013, Gaudium Press) Uno de los primeros catequistas de la Iglesia coreana, Mattia Choe In-gil, tuvo la tarea de defender al primer sacerdote chino a entrar al país: él lo consiguió, pero le costó su vida. Negándose a rechazar la fe católica, él aceptó una muerte brutal en las manos de los agentes del Tribunal de Seúl. Presentamos aquí hechos de la vida y obra de ese testimonio de Cristo que se encuentra en proceso de canonización.
Mattia Choe In-gil nació en 1765 en la familia de un traductor. Él aprendió el catecismo de John B. Yi Byeok y se tornó un católico en 1784. Inácio Choe In-Cheol que fue martirizado en 1801, era su hermano menor.
Matthias Choe tomó la iniciativa de anunciar el Evangelio a otros católicos.,a ayudaba a los sacerdotes en sus labores. En particular, él era responsable del descubrimiento de escondites para los misioneros y preparó una casa en Gyedong, Seúl (ahora, Jongno-gu) para aguardar la llegada de un misionero chino.
El Padre James Zhou Wen-mo, sacerdote chino, entró a Corea el 24 de diciembre de 1794 (03 de noviembre, por el calendario lunar) y fue acogido en la casa de Matthias Choe al inicio del año siguiente. Él intentó garantizar la seguridad del Padre James Zhou día y noche, pero la corte real supo sobre su entrada en el país a través de un informante secreto. Felizmente, el Padre chino consiguió escapar en secreto a la casa de Columba Kang Wan-suk. En ese medio tiempo, Matthias Choe esperó a la policía en su casa, fingiendo ser el Padre James Zhou, a fin de dar a él más tiempo para huir. Eso fue posible, pues el mártir hablaba chino fluido.
Su plan, sin embargo, no duró mucho tiempo. Luego después de capturado, su identidad fue revelada y el Tribunal de Seúl partió en busca del Padre James Zhou, una vez más, pero no consiguió encontrarlo.
Todos los detalles de cómo el Padre Zhou entró al país fueron divulgados entre los católicos locales. Paul Yun Ji y Saba que lo acompañaban, entretanto, fueron presos. Matthias Choe y sus compañeros fueron severamente punidos, en la sede del Tribunal local. Los perseguidores estaban confundidos con la sinceridad de sus respuestas, su paciencia y determinación por proteger el Evangelio Católico. Incluso después de repetida tortura, los presos no revelaban el paradero del Padre James Zhou. Sus rostros reflejaban que sus corazones estaban llenos de paz celestial.
Los perseguidores, al percibir que no tendrían el paradero del fugitivo, mataron a Matthias Choe y sus compañeros de forma impía, a golpes. Era el 28 de junio de 1795 (12 de mayo, por el calendario lunar). Matthias Choe tenía 30 años. Sus cuerpos fueron lanzados al río Han.
El Obispo A. Gouvea, al oír la historia completa del martirio, a través de un enviado secreto, escribió lo siguiente «ellos declararon: nosotros estamos listos para morir mil veces, en vez de renunciar a nuestra fe en nuestro verdadero Salvador Jesucristo». Matthias Choe fue uno de los primeros catequistas que Peter Yi Seung-hun invitó para proclamar la fe. Él fue uno de los católicos prominentes, que dio la vida para diseminar la gloria de Dios con fe, celo y devoción».
Mattia Choe está entre el grupo de 123 compañeros de Paul Yun Ji-chung y Choi Yang-OEB, víctimas de la persecución en Byeongin entre los siglos XVIII y XIX, proclamados «siervos de Dios» por Juan Pablo II en 2003. La Iglesia católica coreana está a la espera de sus beatificaciones, y el Obispo de Daejeon Mons. Lazzaro You Heung-sik invitó al Papa Francisco para ir a Corea en la ocasión. (RMDC)
Con informaciones de AsiaNews
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