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Lampeduza (Lunes, 08-07-2013, Gaudium Press) El Papa Francisco estuvo hoy en la isla de Lampeduza, visitando a refugiados, migrantes, muchos de ellos que incluso han sido víctima de tráfico humano. «He sentido que debía venir aquí hoy a rezar, a realizar un gesto de cercanía, pero también a despertar nuestras conciencias para que lo que ha sucedido no se repita, no se repita, por favor», dijo el Pontífice en la misa celebrada a las 10:30 de la mañana hora local.
El Papa agradeció también a todas las instituciones y voluntarios que han desarrollado la solidaridad con los refugiados. «Pero antes, quisiera decir una palabra de sincera gratitud y de aliciente a ustedes, habitantes de Lampedusa y Linosa, a las asociaciones, a los voluntarios y a las fuerzas de seguridad, que han mostrado y muestran atención a las personas en su viaje hacia algo mejor. Ustedes son una pequeña realidad, ¡pero ofrecen un ejemplo de solidaridad!».
«¿Dónde está tu hermano?», se preguntó el Papa, usando las palabras de la Escritura que hablan de la muerte de Abel, para analizar la situación actual. «La voz de su sangre grita hasta mí, dice Dios. Esta no es una pregunta dirigida a los demás, es una pregunta dirigida a mí, a ti, a cada uno de nosotros. Esos hermanos y hermanas nuestros trataban de salir de situaciones difíciles para encontrar un poco de serenidad y de paz; buscaban un lugar mejor para ellos y para sus familias, pero han encontrado la muerte. ¡Cuántas veces aquellos que buscan esto no encuentran comprensión, acogida, solidaridad! ¡Y sus voces suben hasta Dios!
El Papa advirtió contra la indiferencia de muchos, que se encierran en su propio bienestar: «Quién es el responsable de la sangre de estos hermanos y hermanas? ¡Nadie! Todos nosotros respondemos así: no soy yo, yo no tengo nada que ver, serán otros, ciertamente no yo. Pero Dios pregunta a cada uno de nosotros: ‘¿Dónde está la sangre de tu hermano que grita hasta mí?’ «.
«Yo querría que nos hiciéramos una tercera pregunta: «¿Quién de nosotros ha llorado por este hecho y por hechos como éste?». ¿Quién ha llorado por la muerte de estos hermanos y hermanas? ¿Quién ha llorado por estas personas que estaban en la barca? ¿Por las jóvenes mamás que llevaban a sus niños? ¿Por estos hombres que deseaban algo para sostener a sus propias familias? Somos una sociedad que ha olvidado la experiencia del llorar, del «padecer con»: ¡la globalización de la indiferencia nos ha quitado la capacidad de llorar!», ha dicho el Papa.
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