Santiago (Viernes, 12-07-2013, Gaudium Press) El caso de una niña de 11 años, identificada por el pseudónimo de «Belén» y que está embarazada supuestamente de su padrastro producto de una violación, ha causado gran impacto en Chile durante estos días, reabriendo el debate sobre la legalización del aborto en ciertas circunstancias.
El doloroso caso recuerda el documento pastoral titulado «Clamor por la Vida de los Inocentes», suscrito por los Obispos de la Conferencia Episcopal de Chile en el día de los Santo Inocentes, el 28 de Diciembre de 2010, en el cual se intenta «ofrecer luces para el discernimiento en conciencia de los católicos y todas las personas de buena voluntad; también como un aporte a la reflexión de los legisladores y autoridades ante un tema que toca profundamente el alma nacional, como es el elemento del derecho a la vida».
En la ocasión, los prelados chilenos enfatizan, en sintonía con el Magisterio de la Iglesia, que el derecho a la vida es un «principio ético», «profundamente humano y anterior al cristianismo» y que es innegociable aun cuando se trate de casos que traen consigo una gran «fuente de angustia, incertidumbre y dolor que a nadie pueden dejar indiferente».
En este sentido, en la declaración rechazan toda forma de «aborto terapéutico», tipología presente en el debate público y en la que usualmente se agrupan genéricamente los casos polémicos donde está en peligro la vida de la madre. Declaran, en efecto, que se este tipo de resoluciones esconden un falso dilema, por cuanto «las prácticas abortivas son la negación misma de lo que se entiende por un acto médico», el que consiste en «hacer el bien posible, en este caso, en sus dos pacientes: la madre y su hijo».
En concreto y a propósito del caso de la niña chilena, los obispos reafirman el valor de la vida de quien viene al mundo en circunstancias dolorosas, pero que sigue siendo un ser humano valioso en sí mismo «este derecho a la vida también se le ha de respetar al ser inocente que ha sido concebido como consecuencia de un acto tan violento y condenable como lo es una agresión sexual».
Finalmente, los pastores recalcan que el derecho a la vida es fundamento del orden social, advirtiendo que su desconocimiento no produce verdadero progreso y es, además, una señal de deterioro de las sociedades. «Creemos que el nivel de desarrollo de una comunidad se mide por la capacidad que tiene de hacerse cargo de los débiles y enfermos», sostienen.
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