Burgos (Lunes, 15-07-2013, Gaudium Press) Pedro Sedano, de la agencia Efe, aprovechó la asistencia de Tomás Zhang a la Semana de Misionología en Burgos dedicada a la «Iglesia perseguida», para hablar con él sobre su experiencia y sus perspectivas. Tomás es un diácono chino ordenado en la diócesis de Pamplona, España, y que en septiembre será hecho sacerdote en la misma diócesis.
El sueño de Tomás Zhang es regresar a su país para ser uno más de los 6.000 sacerdotes que ejercen con sacrificio su ministerio en la China. Lleva ya 6 años en Pamplona, y aún piensa realizar allí estudios de derecho canónico.
Es clara la existencia en el país asiático de una «Iglesia clandestina», a la que el gobierno del país vigila e intenta controlar. Sobre este punto habló el diácono Tomás.
Para él ser cristiano en China «no trae mucho problema», incluso a los seminaristas, cuando son detenidos. A éstos solo suelen reprenderles e invitarles a que vuelvan a su casa y se casen. Entretanto, dice Zhang que los policías distinguen perfectamente a los sacerdotes, quienes cuando son atrapados se les lleva a prisión, pues, dice el diácono, el comunismo es ateo por principio y el cristianismo tiene su base en el Señor y eso «es como mezclar agua y fuego, no pueden existir a la vez».
Hay muchos religiosos en Hong Kong o en Taiwan. Pero en la China continental son pocos, «y los que están allí viven escondidos». Allí, los sacerdotes tienen que ser sigilosos en su ministerio, suelen dormir de día y trabajar en las noches, «cuando duermen los policías, para evitar ir a la cárcel.
La fe le vino al diácono Tomás Zhang en casa. Él recuerda a sus padres como «dos personas piadosas y sencillas que creían que uno de sus hijos sería sacerdote». De hecho, él afirma que la Iglesia en China es «familiar», pues las misas y los sacramentos son celebrados con mucha frecuencia en hogares que habilitan como capilla algún salón o habitación grande.
Zhang también rinde homenaje a una maestra muy piadosa que tuvo, y que fue «madre espiritual» de varias vocaciones. Esa profesora lo acompañó hasta los 18 años. Él dice que fue su directora espiritual, que le enseñó a rezar, y respondía «las dudas que tienen los jóvenes» sobre la fe. Fue hasta la mayoría de edad, que fue enviado a continuar su formación a un seminario clandestino. Ahora está en España, terminando su formación y accediendo al ministerio sagrado. Pero su destino futuro, con mucha probabilidad será nuevamente la clandestinidad.
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