Maringá (Miércoles, 17-07-2013, Gaudium Press) «El Cristo Redentor abraza el mundo joven» es el título del más reciente artículo de Mons. Anuar Battisti, arzobispo de Maringá, en el Estado de Paraná, Brasil, donde él recuerda que estamos a las vísperas de la Jornada Mundial de la Juventud, a realizarse en Río de Janeiro, del 23 al 28 de este mes. Para él, el Cristo Redentor desde lo alto del Corcovado abraza, llama y envía al mundo juvenil, diciendo: «Id y haced discípulos entre las naciones» (Mt 28,19).
De acuerdo con el prelado, la esperanza de un mundo mejor está en la juventud que encuentra a Jesús y acepta la invitación para ser discípulo y hacer discípulos. «Imaginemos 1 millón o 2 millones de personas saliendo de la JMJ apasionados por Jesús. Y si cada año cada joven hace un joven más discípulo de Cristo, ¿cómo sería el mundo? Creo que la semilla lanzada en el corazón juvenil de esa masa enorme, sedienta de un mundo nuevo, de un mundo cada vez mejor, producirá muchos frutos. Uno siembra, otro recoge», afirma.
El arzobispo también cita al papa Benedicto XVI, que en su mensaje para la Jornada enviado en el 2012 dijo: «Deseo, en primer lugar, renovar a vosotros la invitación para que participéis en ese importante evento. La conocida estatua del Cristo Redentor, que se eleva sobre aquella bella ciudad brasileña, será el símbolo elocuente de esta invitación: sus brazos abiertos son la señal de la acogida que el Señor reservará a todos cuantos vengan hasta Él, y su corazón retrata el inmenso amor que Él tiene por cada uno y cada una de vosotros. ¡Dejaos atraer por Él! Dejaos amar por Él y seréis los testigos que el mundo precisa».
Según Mons. Anuar, el mundo precisa de cristianos corajudos que puedan testimoniar su fe, no solo rezando en la Iglesia, sino principalmente fuera de ella. El papa Benedicto también resaltó a los jóvenes: «Es urgente testimoniar la presencia de Dios para que todos puedan experimentarla: está en juego la salvación de la humanidad, la salvación de cada uno de nosotros. Cualquier persona que entienda esa necesidad, no podrá dejar de exclamar con San Pablo: ‘Ay de mí si yo no anunciare el Evangelio'» (1 Cor 9,16).
En cuanto a la misión de anunciar el Evangelio, el prelado destaca que Jesús envió a sus discípulos en misión con este mandato: «¡Id por el mundo entero y anunciad el Evangelio a toda criatura! Quien crea y sea bautizado será salvado» (Mc 16,15-16). El arzobispo enfatiza que evangelizar significa llevar a los otros la Buena Nueva de la salvación, y esta Buena Nueva es una persona: Jesucristo.
Según el arzobispo, de nada sirve querer salvar solo la propia alma, pues yo me salvo en la medida en que salvo la vida de los otros, compartiendo la alegría, la amistad, el amor que nace del encuentro con Jesús. Al inicio del Evangelio de Juan, es posible ver como Andrés, después de haber encontrado a Jesús, se apresura en conducir a Él a su hermano Simón.
«La evangelización siempre parte del encuentro con el Señor Jesús: quien se aproximó a Él y experimentó su amor, quiere luego compartir la belleza de ese encuentro y la alegría que nace de esa amistad. Cuanto más conocemos a Cristo, tanto más queremos anunciarlo. Cuanto más hablamos con Él, tanto más queremos hablar de Él. Cuanto más somos conquistados por Él, tanto más deseamos llevar otras personas para Él».
Por último, Mons. Anuar recuerda que en el final de su mensaje para la JMJ en Río, el papa Benedicto dirigiéndose a los jóvenes de toda la tierra, afirmó: «Exhorto a todos los jóvenes del mundo: transmitid a vuestros conterráneos el entusiasmo de vuestra fe».
«Agrego: quien tiene fe nunca está solo. Así vamos a caminar en la dirección del Cristo Redentor, y recibir de él el abrazo de la fe, el coraje para evangelizar, la gracia para estar siempre de pie, el entusiasmo juvenil para vencer siempre y jamás traicionar la confianza del Padre, que nos ama infinitamente», concluye el arzobispo de Maringá. (FB)
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