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San Pablo (Viernes, 19-07-2013, Gaudium Press) La caridad es una de las características más valiosas de la Iglesia Católica.
En los tiempos que antecedieron a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), la consciencia de millares de familias del Brasil y del mundo fueron tocadas por Jesús, para acoger con amor y cariño a los peregrinos extranjeros, que vienen a Río de Janeiro para un encuentro con el Papa Francisco.
Muchas de esas familias, inclusive, prepararon sus casas para recibir a los jóvenes oriundos de diversos países. Eso puede ser considerado una de las pruebas de que el amor fraternal persiste en el corazón de los que aman y tienen temor de Dios.
Una pareja donde vive la fe católica, Kenzo y Julieta Simabukulo, residentes en el barrio de la Villa María, Zona Norte de San Pablo, rezan incesantemente por el buen éxito de la Jornada Mundial de la Juventud y por todos los jóvenes que en ella participarán junto al Santo Padre en la ciudad carioca.
A principio, la pareja se había registrado para recibir dos peregrinos, pero uno de ellos fue llevado a otra familia. Con todo, la expectativa por la renovación de la juventud durante el evento es muy grande:
«Estamos orando mucho por ellos. Recibir un peregrino es señal de acoger el templo del Espíritu Santo», dijo Julieta.
La familia Simabukulo afirmó que ellos prepararon su casa con mucho celo para recibir a los peregrinos.
«Ofrecemos a Dios todo ese sacrificio», resalta Kenzo. «Esperamos la conversión y la alegría de muchos jóvenes que andan perdidos por el camino. Brasil precisa de este toque de fe», enalteció Julieta.
Otra pareja católica, Regina Azevedo y Mauro Aparecido de Azevedo, también de Villa María, frecuentan la Parroquia Nuestra Señora de la Candelaria. En la noche del 18 pasado, durante la Misa por las familias que irían acoger a los peregrinos, allá estaban ellos trabajando y rezando.
Los votos por el éxito de la Jornada estaban garantizados en la oración de la pareja: «Que este movimiento de jóvenes crezca en otros países y recupere la fuerza y la fe entre los jóvenes», desea Mauro.
Regina nos dijo que también recibiría por lo menos dos peregrinos. Ella contó a Gaudium Press que su hija, Rhanna, cedería su cuarto para acomodar a los extranjeros:
«Nuestra hija se quedará en nuestro cuarto. Ya tenemos los dulces, tortas y comidas diversas para ofrecer», relató.
Rhanna es una de las jóvenes que forman parte de la Pastoral de la Juventud de la Iglesia de la Candelaria y fue responsable por el fortalecimiento de la fe de su propia familia: el padre, hasta entonces, alejado, con la ayuda de la hija volvió a casa del Padre.
Hoy, Mauro se siente orgulloso por la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro, y espera que el número de jóvenes que vendrán al encuentro con el Papa sobrepase los 2 millones esperados:
«Se esperan 2 millones, que vengan 4 millones, 5 millones. Nosotros esperamos la conversión y la renovación de todos los jóvenes», dijo Mauro, con entusiasmo.
María Sueli Guimarães, de 63 años, es moradora del Jardín Japón, también en la Zona Norte de San Pablo. Ella nos cuenta que espera ver en la JMJ «mucha alegría, religiosidad, unión y vibración» entre los jóvenes.
Según ella, el momento proporcionado por el evento refleja la voluntad de continuar siguiendo en el camino de Cristo, como discípulos de su reino en el Siglo XXI:
«La gente mira para cada uno de los hermanos como figuras del propio Nuestro Señor Jesucristo. ¿Cómo yo veo a Jesús? Como un joven feliz y alegre. Esa es la imagen que tengo. Mi expectativa es recibir en la figura del joven al propio Cristo», afirmó María Sueli. (LMI)
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