Aparecida (Miércoles, 24-07-2013, Gaudium Press) En la homilía proferida hoy durante la Eucaristía en el Santuario Nacional de Aparecida, el Papa Francisco -hablando a los 200.000 peregrinos presentes- convocó a la esperanza cristiana, a ser abierto a las ‘sorpresas’ de Dios, y a dejarse impregnar en la verdadera alegría de quien vive en los caminos del Señor.
Antes de entrar en materia, el Papa Francisco manifestó que acudía al Santuario de la Virgen Aparecida a suplicar a «nuestra Madre el buen éxito de la Jornada Mundial de la Juventud y colocar a sus pies la vida del pueblo latinoamericano».
Foto: Gustavo Kralj / Gaudium Press |
Asimismo, y recordando su participación en la 5ª Conferencia General del Episcopado de América Latina y del Caribe, el cual constituyó «un gran momento de vida de Iglesia», el Papa Francisco, afirmó que tanto entonces como ahora es de «María que se aprende el verdadero discipulado. Y, por eso, la Iglesia sale en misión siempre a la saga de María».
El Papa llamó luego la atención a 3 «simples posturas: «Conservar la esperanza; dejarse sorprender por Dios; vivir en la alegría».
Comentado la segunda lectura de la misa del día, en la que «una mujer, figura de María y de la Iglesia, siendo perseguida por un dragón -el diablo- que quiere devorarle el hijo», el Pontífice interpretó la escena no como una manifestación de muerte sino de vida.
«Cuantas dificultades en la vida de cada uno, en nuestro pueblo, en nuestras comunidades; más, por mayores que puedan parecer, Dios nunca deja que seamos sumergidos. Frente al desánimo que podría aparecer en la vida, en quien trabaja en la evangelización o en quien se esfuerza por vivir la fe como padre y madre de familia, quiero decir con fuerza: ¡Tengan siempre en el corazón esta certeza! ¡Tengan siempre en el corazón esta certeza! ¡Dios camina a su lado, nunca les deja desamparados!».
Esta esperanza cristiana será la que impida la entrega a «tantos ídolos que se colocan en el lugar de Dios y parecen dar la esperanza: el dinero, el poder, el éxito y el placer». Una esperanza cristiana que va al encuentro de una cierta «sensación de soledad y de vacío» la cual «entra en el corazón de muchos y conduce a la búsqueda de compensaciones». «¡Queridos hermanos y hermanas, seamos luceros de esperanza! Tengamos una visión positiva sobre la realidad», convocó el Papa Francisco.
Sobre el «dejarse sorprender por Dios», el Papa recordó el hecho que dio origen al Santuario Nacional de Aparecida: «Tres pescadores, después de un día sin conseguir coger peces, en las aguas del Río Paraíba, encuentran algo inesperado: una imagen de Nuestra Señora de la Concepción».
«¿Quién podría imaginar que el lugar de una pesca infructífera, se tornaría el lugar donde todos los brasileños pueden sentirse hijos de una misma Madre? Dios siempre sorprende, como el vino nuevo, en el Evangelio que oímos. Dios siempre nos reserva lo mejor. Pero pide que nos dejemos sorprender por su amor, que acojamos sus sorpresas. ¡Confiemos en Dios!», dijo el Papa. Es en la cercanía con Dios que «aquello que es dificultad, aquello que es pecado, se transforma en vino nuevo de amistad con Él».
Finalmente, el Pontífice recordó que se vive en la alegría cuando se camina en la esperanza.
«El cristiano es alegre, nunca está triste. Dios nos acompaña. Tenemos una madre que siempre intercede por la vida de sus hijos, por nosotros, como la reina Esther en la primera lectura. Jesús nos mostró que el rostro de Dios es el de un Padre que nos ama. El pecado y la muerte fueron derrotados».
«Si estuviésemos verdaderamente enamorados de Cristo y sintiésemos cuanto Él nos ama, nuestro corazón se ‘incendiará’ de tal alegría que contagiará a quien esté a nuestro lado. Como decía Benedicto XVI, aquí, en este santuario: ‘el discípulo sabe que sin Cristo no hay luz, no hay esperanza, no hay amor, no hay futuro», afirmó el Papa Francisco, para concluir convocando a los peregrinos a seguir el camino señalado por la Virgen, que nos pide que hagamos lo que nos pida Jesús.
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