Río de Janeiro (Sábado, 27-07-2013, Gaudium Press) El joven Facundo Tolaba es un peregrino en todo el sentido de la palabra. Tras sentir el llamado de Dios a asistir a la JMJ Río2013, gastó todo su dinero para pagar la inscripción y viajó desde Jujuy, Argentina, hasta Río de Janeiro, Brasil, dependiendo enteramente de la Providencia de Dios. 18 días de camino y una historia sorprendente de fe, valentía y sacrificio.
Facundo Tolaba, ya en Brasil, cuenta su notable testimonio. Foto: JMJ Río2013. |
Viajando con Jesucristo
Como millones de jóvenes alrededor del mundo, Tolaba soñaba con reunirse en la importante cita de la juventud con el Santo Padre en Brasil. Sin embargo, sus condiciones económicas no le permitieron unirse al grupo de peregrinos de su ciudad, ubicada a casi tres mil kilómetros de Río de Janeiro. «Hubiera tenido que pagar siete mil pesos (más de 1200 dólares) y eso es mucho dinero», explicó Tolaba a CNA.
«El día de mi cumpleaños entre a orar a una iglesia. Había un sacerdote allí y comencé a llorar mucho sin saber por qué», relató el peregrino. El padre preguntó el motivo de su llanto y el joven pidió confesarse con él. Tras el sacramento, «me preguntó si yo quería ir a la Jornada Mundial de la Juventud y yo alcé mi mirada y había allí un retrato del Papa Francisco con los brazos extendidos y le dije: Sí. Voy a ir».
Pese a que el sacerdote alertó al joven sobre los peligros de emprender el viaje de esa manera, el llamado sentido por Tolaba fue más fuerte. Su familia también se preocupó mucho por su iniciativa. «Me preguntaron por qué me iba tan temprano y con quién iba a viajar y les dije que estaría viajando con Jesús», recordó el joven peregrino. Tolaba tuvo que superar el llanto de su madre y la enfermedad de su abuela para partir, y finalmente su familia consiguió reunir 600 pesos (110 dólares) para ayudarle. Todo el dinero ahorrado por Tolaba en su trabajo de repartidor de golosinas había sido invertido en la inscripción a la JMJ.
La Divina Providencia
«Ese día que salí fui a Misa como una especie de envío para mí solo», explicó al servicio informativo de la JMJ. «Sin conocer el mundo, yo nunca había salido de Jujuy. Fue muy duro porque a veces pasabas horas y ningún auto me alzaba».Tolaba no contaba con dinero para transportarse ni tenía idea de dónde pasaría la noche. En ningún momento del viaje le faltó el auxilio de la Divina Providencia. «Era una gracia de Dios, sentía hambre y siempre hubo alguien que me daba, era algo raro, fue una providencia de Dios», comentó. «Un viajero depende del dinero, pero llegué a ser un verdadero peregrino, porque un peregrino solo depende de la fe».
En rojo, la larga ruta desde Jujuy, Argentina, hasta Río de Janeiro, Brasil, cubierta por Tolaba en 18 días de recorrido. |
Durante su trayecto, conservó siempre el carácter religioso de su camino: «Entraba a las iglesias a rezar y todo el mundo me miraba, pero no me importaba porque yo quería llenarme de más fe». El punto en el cual sintió mayor dependencia en la misericordia de Dios llegó al alcanzar la frontera con Brasil. Para ese momento sólo le quedaba el equivalente a 20 dólares, tenía hambre y no conocía el idioma. De ahí en adelante se propuso «no depender más del dinero, sólo de la oración», relató.
Un bus accedió llevarlo hasta la Catedral de Iguazú, donde asistió a la Eucaristía en portugués por primera vez en su vida y donde le ofrecieron alojamiento en una escuela. Al conocer su historia, las personas de la escuela le ofrecieron pagarle un tiquete de avión, pero Tolaba eligió otro camino. En ese lugar habían llegado unos monjes franciscanos de Boston, Estados Unidos, quienes iban a recorrer el camino restante a pie. El joven se unió al grupo, porque esa sería una peregrinación «más hermosa».
Pruebas en el camino
Los religiosos emprendieron el camino con las mismas penalidades y dependencia de la Providencia con que Tolaba lo había iniciado en Argentina, y resultó también ser una dura prueba, en la cual vivió momentos de temor. «Era muy peligroso porque no teníamos un lugar para dormir, pero yo me mantenía rezando el Rosario», recordó. «En un momento dado sentí que ya no podía más, y simplemente lloraba y oraba a Jesús que protegiera a todos y que se hiciera su voluntad». Cuando el hambre y el dolor en sus pies maltratados se hacían intolerables, un hombre que viajaba a San Pablo ofreció a los peregrinos llevarlos en su vehículo.
Un día antes del comienzo de la Jornada Mundial de la Juventud, Tolaba llegó al Santuario de Aparecida. «Había un festival allí y me di cuenta qué tan cerca estaba, así que comencé a llorar», relató el joven. En el lugar conoció a un sacerdote argentino con quien llegó finalmente a Río de Janeiro. «Estaba hambriento, pero estaba feliz». Un voluntario de la JMJ le asignó un lugar de descanso cerca de la playa, pero Tolaba postergó su descanso para poder ver al Santo Padre.
«No pude verlo cuando llegó en su Papamóvil el otro día. Tuve que elegir entre verlo o ir a Misa, y elegí la Eucaristía», explicó. También comentó a CNA que le gustaría tener la oportunidad de hablar con el Santo Padre. «De verdad me gustaría decirle lo bueno que es seguir a Jesús y que él está en lo correcto», afirmó, «deberíamos dejarnos guiar por Jesús».
Con información de JMJ Río2013 y CNA.
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