Redacción (Sábado, 27-07-2013, Gaudium Press) La existencia de ese principio vital llamado alma, que es espiritual e inmortal en el hombre, es también demostrado por la capacidad organizativa presente en la materia orgánica.
La materia por sí misma no se organiza. Nadie ha visto que los elementos químicos necesarios se combinen por sí mismos para conformar cemento, o que cemento se junte espontáneamente con varas metálicas, ladrillos, rocas, vidrio y puertas para conformar un edificio. Y si esto lo decimos de un ente como una construcción, que podemos decir de algo gigantescamente más complejo como es el cuerpo humano.
En el caso del hombre, la presencia y el accionar de ese principio vital organizativo son realmente maravillosos, tal como nos lo describen los más recientes estudios al respecto. Repetiremos la clara enunciación que hace Natalia López Moratalla -profesora de biología de la Universidad de Navarra- de cómo tras la fecundación, ese principio desarrolla un programa, programa específico y particular para cada ser humano.
«La emisión del programa (lo que se ha denominado epigénesis reguladora) implica en primer término un primer nivel de información: es la información genética que contiene el DNA en cada célula» 1 . Entretanto, si todas las células del hombre tienen su mismo DNA, ¿por qué no todas son capaces de desarrollar un ser vivo? Pues porque no todas tienen el ‘programa’.
Continuamos con López:
«Esta información hace posible que en las células de los diversos tejidos y órganos esté el código genético entero y al mismo tiempo que la información esté regulada espacial y temporalmente, de manera que se diferencian o especializan las células en las diferentes líneas que forman los órganos y tejidos. Cada ‘parte’ del organismo (órganos, tejidos, sistemas) se constituye con la información del grupo de genes que sólo se expresan, en momentos concretos, y sólo en las células que ocupan un lugar concreto del organismo. Por ello, la formación de cada una de las partes es dependiente de las condiciones de su medio propio, que es diferente en las diversas áreas del organismo y en cada etapa temporal» .
Ello significa que hay una primera información base, que se encuentra en el DNA. Pero esa información base se manifiesta de una manera, como se diría hoy por hoy, ‘inteligente’: lo hace a tiempos determinados, en lugares precisos, de una forma perfectamente sincronizada, y retroalimentándose de la información recogida del ambiente. Es decir, la propia información de DNA no explica por entero el proceso. Sigamos con López:
«Un conjunto de células diferenciadas, y más o menos ordenadas, no es un organismo; no constituye una unidad funcional y vital. Hay un segundo nivel de información que no está sin más en el DNA, sino que es un programa, que permite la regulación o coordinación de la emisión en cada célula armonizando toda la información. Esta información es la emergente: es el programa de desarrollo que se emite etapa a etapa; programa que no está previamente en el genoma. Que el programa comience a emitirse es una propiedad que emerge del proceso temporal de la fecundación de los gametos. Ese es el comienzo de la vida de un nuevo individuo» .
Concluyendo este punto, los propios científicos constatan -aunque no explican en su causa, pues la explicación sale del plano meramente científico- lo perfecto de la auto-organización de la materia en la vida humana naciente y ello los lleva a establecer la existencia de un ‘programa’ (de la que nosotros podemos inferir a su turno también un ‘programador’).
Evidentemente hay científicos y otros teóricos que niegan la existencia del alma humana. Entretanto, esa afirmación, los lleva -explícita o implícitamente- a otra verdaderamente absurda, y es la de que la propia materia presente en esa célula primera llamada cigoto, se auto-organiza de forma perfectísimamente inteligente… por sí misma. Y eso es más o menos decir que los ladrillos, el cemento, las vigas, etc., de un gran edificio, ‘caminaron’ por sí mismas para la conformación de la sencilla o imponente construcción.
Esa tesis se parece a lo que los antiguos llamaban de «organicismo», que es la que trata de explicar la vida como fruto de la organización, sin recurrir a un principio vital. La vida y particularmente el movimiento son comprensibles a partir de la consideración de la organización de la materia, dicen. De hecho, el organicismo no es sino una versión un tanto maquillada de materialismo, pues intenta explicar la vida a partir solo de la materia. Los organicistas no pueden escapar del siguiente dilema: «o la organización le viene a la materia de la materia misma, o de otro principio; en el primer supuesto, caemos en el materialismo o antivitalismo; en el segundo, en el vitalismo, pues aceptamos un principio diferente de la materia para explicar la organización» . 2
Entretanto, «el organicismo es una teoría falsa. No es la organización la que produce o explica la vida, sino la vida la que produce y explica la organización. La materia no puede organizarse a sí misma; ni la naturaleza ni la ciencia pueden presentarnos un solo caso de ello. En consecuencia, suprimido el principio vital, la organización queda sin razón suficiente». 3
El organicismo, el materialismo, no consiguen explicar la maravillosa capacidad auto-organizativa del individuo humano.
Además, un dato que no es de la menor importancia, es el comprobar que esta auto-organización del hombre no está determinada, es indeterminada, en el sentido de que no sigue una secuencia de rigidez absoluta establecida desde su inicio: «La emisión del programa genético del hombre está indeterminado en tanto que está abierto a incorporar la información que procede de su capacidad de relación, su relacionabilidad constitutiva, a la emisión del programa. Y a su vez se determina, se decide respecto a sí mismo» , dice López Moratalla. No se puede comparar ese programa pues, con un mero y rígido programa de ordenador. Todo lo anterior lleva a la científica de la Universidad de Navarra a concluir que «la vida humana no es sólo biología».
Por Saúl Castiblanco
1 López Moratalla, Natalia. ¿Qué es y que no es un embrión humano? p. 3 – Lectura Complementaria, Sesión 9. Unidad II: Inicio vida humana. Diploma en Bioética. Universidad Católica de Chile.
2 Faria, Rafael. Curso de Filosofía. Ed. Voluntad. 9ª Edición. Bogotá. 1968. p. 64
3 Idem.
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