Redacción (Viernes, 02-08-2013, Gaudium Press) La conocida frase que Dios llama al más pecador se aplica hoy muy bien con Brian Alexander Jackson, un joven de 24 años quien de ser adicto al alcohol y vender drogas pasó a ser un seminarista católico.
La historia de este joven de la Florida, Estados Unidos, narrada por el medio de comunicación Religión en Libertad, comenzó como muchas otras historias de conversión: tras tocar fondo, encontrar un vacío en su corazón y no hallar un sentido a su vida.
Mi adolescencia -como narró el joven- transcurrió «abrazando los placeres del mundo, la popularidad, las chicas, drogas, bebida y todo lo que pudiese caer en mis manos para llenar el agujero que no me daba cuenta que sólo podía llenarse con Dios».
Brian Alexander Jackson / Foto: Religión en Libertad. |
Vicios que hicieron que Brian fuese suspendido de la Universidad Florida Norte, donde cursaba Psicología, y tocara mayor fondo. «La solución que opté fue comenzar a vender drogas», señaló.
El llamado de Dios
Pero fue precisamente en esta encrucijada de la vida, y cuando se encontraba celebrando el año nuevo con unos amigos, donde recibió un fuerte llamado de Dios. «En la ventanilla del auto pude ver una visión de mí mismo, en oscuridad. Lo único visible eran los rasgos de mi rostro y una mano estirada hacia una nube blanca, y otra mano saliendo de ella hacia abajo ¡Pero las dos manos no se encontraban! Dios me habló claro en ese momento y escuché: ‘te quedas corto en la gracia de Dios’. Supe allí mismo que de seguir viviendo como lo hacía, ardería en el infierno por toda la eternidad», recordó el joven el momento cuando recibió el llamado de Dios.
Tan fuerte fue la voz de Dios, como comentó, que al llegar a casa tuvo «un nuevo remezón de conciencia», que se vio obligado «a poner a Jesús crucificado como fondo de pantalla de mi computador portátil».
Las lágrimas de la conversión
Tras estos hechos, Brian tomó conciencia de todos sus pecados, un momento que transformó su vida: «Los pecados estaban todos en mi mente, pero pude hundirme en el vasto océano de la misericordia de Dios. Experimenté la gracia y el dolor al mismo tiempo. Lloré por mi familia y por lo que yo sabía que estaba produciendo con mi pobre ejemplo».
De allí, como continuó, sintió un fuerte llamado a proclamar el Evangelio. Primero intentó vincularse con una iglesia protestante, pero gracias a un libro que llegó a sus manos, Brian tuvo «una segunda conversión», que hizo que entregara su vida a la fe católica. Se trató del texto ‘Jesús Shock’ del escritor católico estadounidense Peter Kreft, donde se expone profundamente el milagro de Jesús en la Eucaristía.
Hoy Brian se encuentra en su tercer año en el Seminario los Siervos del Hogar de la Madre en los Estados Unidos y la Iglesia Católica llena plenamente su vida. «Ahora mi fe me consume y pongo a Cristo y a su bella Iglesia por encima de todo. Le debo todas estas cosas al Espíritu Santo, y a las gracias derramadas en mí, a través de nuestra madre, cuyas oraciones constantes me han ayudado a volver a casa», comentó.
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