Alepo (Sábado, 03-08-2013, Gaudium Press) Los jóvenes católicos de la región que más ha sufrido la guerra en Siria se reunieron el pasado 28 de julio para participar espiritualmente de la Jornada Mundial de la Juventud. En el encuentro, el ambiente de fraternidad cristiana y oración contrastó con la dura realidad que experimentan los cristianos en su vida diaria. «Me quedé sorprendido al ver a tantos jóvenes sin miedo, en una ciudad marcada por la guerra», expresó a la agencia Fides el Obispo armenio católico Boutros Marayati, uno de los cuatro Obispos que participaron en el encuentro.
Iglesia greco católica de Santa Matilda, junto a la cual se dieron cita los jóvenes de Alepo, Siria. |
La Jornada se llevó a cabo en el Centro de la Juventud George y Matilde Salem, ubicado en el distrito de al-Sabeel de Alepo, una sociedad que tenía una considerable presencia cristiana (de hasta un 20% de sus habitantes) pero que ha perdido mucha de su libertad religiosa a causa de la violencia. En medio del sufrimiento, el ejemplo de los jóvenes fue edificante para Mons. Marayati: «Todos daban testimonio de una paz interior que es un regalo del Señor».
«En muchos de ellos la prolongada crisis y el sufrimiento visto de cerca durante mucho tiempo han provocado una mirada más lúcida y profundo sobre lo que puede salvar y redimir sus vidas, en todas las condiciones», continuó su relato el Obispo. «Se ha reforzado la percepción de la ternura de Jesús por cada uno de ellos, y muchos empiezan a pensar en consagrarse al Señor en la oración y en el servicio de los demás». Al final del encuentro, los jóvenes se consagraron al Inmaculado Corazón de María.
El prelado invitó a los jóvenes a hacer suyas las palabras del Santo Padre a los jóvenes cuando los exhortó a no dejarse robar la esperanza. «Esas palabras han iluminado toda nuestra jornada», manifestó Mons. Marayati. Pese a que las líneas de internet no funcionaron, de forma que no fue posible realizar una comunicación con la JMJ en Brasil, los jóvenes vivieron en comunidad una experiencia de fe y de comunión con la Iglesia Universal.
El Obispo concluyó su descripción con una escena de esperanza muy diferente a los preocupantes relatos de violencia y necesidad que los católicos han descrito al mundo en busca de alivio a sus sufrimientos. «El ambiente era relajado, los jóvenes no parecían angustiados al sentirse en estado de asedio o el tener que temer el futuro como cristianos», concluyó. «A pesar del alto número de participantes en el encuentro, no había ninguna medida de protección o de autodefensa organizada. Y gracias a Dios, todo salió bien».
Con información de Agencia Fides.
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