México (Sábado, 10-08-2013, Gaudium Press) «El secularismo engloba la situación general del mundo». Con este preocupante balance, el Cardenal Juan Sandoval Iñiguez, Arzobispo emérito de Guadalajara, México, expuso algunas características del avance y consecuencias del alejamiento de Dios que afecta gravemente la cultura occidental. Este análisis fue el tema de una entrevista publicada recientemente por el portal de las Obras Misionales Pontificio Episcopales de México (OMPE).
Cardenal Juan Sandoval Iñiguez, Arzobispo emérito de Guadalajara. |
El purpurado describió el panorama de indiferencia religiosa que crece en el mundo: «En occidente se ha ido diluyendo la presencia de Dios y el mirar más allá», explicó. «La gente, en general, no piensa en Dios, sólo se piensa en pasar bien la vida en este mundo, sin reflexionar en una trascendencia». Esta actitud, en lugar de «liberar» a los seres humanos de la supuesta carga impuesta por la religión, les acarrea un pérdida profunda. «Se acentúa el olvido de Dios, de una verdad total y se disuelve la esperanza», expuso.
«Al creer en Dios sé que tengo un ser omnipotente, todopoderoso, lleno de misericordia, bondad», continuó. Este conocimiento es el origen de la esperanza y su ausencia es la fuente de una marcada sensación de vacío, explicó el Card. Sandoval. A esta situación se llegó a través de un largo proceso de varios siglos de desarrollo: «El secularismo es fruto de una evolución, que comenzó prácticamente con el renacimiento».
La historia del secularismo
El renacimiento, descrito comúnmente como un período de gran avance, fue en realidad el origen de un cambio con graves consecuencias. «Europa dejó de ver a Dios y comenzó a centrarse más en el hombre», explicó el Arzobispo emérito. «A raíz de esto se originan las filosofías empiristas, racionalistas, tales pensamientos producen el movimiento de la ilustración». La idea «ilustrada» de Dios era distinta a la tradición y experiencia de la historia. «Se cree en un Dios lejano, pero que no se ocupa del mundo».
En esta negación de la posibilidad de relación con Dios buscó engrandecer la imagen del hombre, según el purpurado. «La ilustración francesa la soberbia del hombre, ésta combatió de una manera encarnizada a la revelación», explicó el Card. Sandoval. A la razón humana se levantaron monumentos y se creyó que ésta sería la respuesta a todos los males. En ese contexto se inspiraron los ataques de la época a la religión cristiana: «El cristianismo es una religión revelada, eso humilla la inteligencia del hombre, hay que combatir a la religión revelada», comentó el Cardenal. «Lo hicieron tremendamente también aquí en México».
El hombre sin Dios: sin identidad ni rumbo
Como frutos del alejamiento de Dios, el Arzobispo emérito señaló el materialismo económico que originó víctimas en todo el planeta y los desastres del siglo XX, caracterizado por los genocidios de los regímenes autoritarios y las guerras mundiales. «Hablando de occidente, el resultado de dichos acontecimientos ocasionó una especie de descrédito en el hombre. Actualmente nadie cree en ningún sistema, gobierno o partido político», expresó el purpurado.
Ante la desorientación, «el hombre decide dedicarse a lo que tiene ahora, a lo que posee. El mundo hay que gozarlo y complacerse en esta breve vida de manera egoísta», agregó el Cardenal. Este estilo de vida se caracteriza por la ausencia de hijos en las familias y la soledad producida por no querer compartir la vida con otras personas. «En el fondo es una evolución que viene desde el siglo XIV y XV con el humanismo y renacimiento», resumió. Al retirar a Dios, «sólo importa el hombre, se disuelve la esperanza y se centra en las cosas de la tierra».
«Esta es la situación actual del secularismo, pérdida del punto de vista sobrenatural, de Dios, de la moral», concluyó el Cardenal Sandoval. «Un individualismo exacerbado, cada quién es la norma: a mi no me digas, no me impongan, yo tengo mi vida y sabré que hago». En este panorama el Arzobispo emérito explicó que es donde trabaja la Iglesia, evangelizando también a los mismos católicos que se contagian y quienes deben renovar su fe en Dios y retomar la vida sobrenatural.
Con información de Obras Misionales Pontificio Episcopales de México
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