Río de Janeiro (Lunes, 12-08-2013, Gaudium Press) La Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro, Brasil, atrajo millones de peregrinos de todo el mundo. Algunos de ellos viajaron por «el camino largo»: sin tiquetes de avión, dinero u hospedaje. De ellos, sólo unas pocas historias salen a la luz pública, como el caso del joven argentino Facundo Tolaba (ver noticia anterior), quien recorrió casi tres mil kilómetros de esta forma por no tener dinero para realizar el viaje en avión. A la exclusiva lista de peregrinos audaces se suma ahora la del Padre Michael Sheehan y el Hermano James Wartman, quienes viajaron más de 16 mil kilómetros sin dinero propio, teléfonos u hospedaje desde Boston, Estados Unidos, a Río de Janeiro, en Brasil.
El Padre Michael Sheehan (derecha) y el Hermano James Wartman (izquierda), durante su estadía en Río de Janeiro. Foto: CNRegister. |
Los dos religiosos pertenecen a la Orden de Franciscanos de la Observacia Primitiva, comunidad que vive bajo el auspicio de la Arquidiócesis de Boston. «Yo quería hacer una verdadera peregrinación, por mi propia fe, para mantenerla viva y ferviente», relató a National Catholic Register el Hno. James, de 46 años de edad. «Vi en esto una gran oportunidad». Al obtener el permiso de los superiores, partieron con apenas un kit para celebrar la Eucaristía y un Misal, dos cámaras fotográficas desechables donadas por los estudiantes del Colegio San Patricio en Boston y sus pasaportes. No tenían dinero, teléfonos móviles ni tarjetas de crédito.
Una peregrinación al estilo franciscano
Siguiendo las reglas de su congregación, los peregrinos viajaban en los vehículos de quienes les ofrecían transporte o aceptaban dinero para los tiquetes de bus con prudencia y no guardaban excedentes. En una ocasión rechazaron un viaje en un bus de turismo por la ciudad de Cuzco, Perú, porque los atractivos turísticos podrían distraerlos del verdadero sentido espiritual de su viaje. Pasaron las noches en parroquias, seminarios, casas de familia, buses en recorridos nocturnos, algunos hoteles y hostales que les donaron la estancia e incluso en la cabina de un camión. Por la ayuda de la Divina Providencia, no tuvieron que pasar ninguna noche a la intemperie en todo su recorrido, aunque estaban dispuestos a ello de haber sido necesario.
Para mantener el espíritu religioso, los peregrinos destinaban un día a la semana a la oración e intentaban contactar semanalmente a su superior para reportar su estado y ubicación. De igual manera notificaban periódicamente a sus familias, para que pudieran estar seguros de su bienestar. A su paso por las ciudades, visitaban los templos y lugares de peregrinación como las tumbas de Santa Rosa de Lima y San Martín de Porres en Perú o el Santuario de Nuestra Señora de las Lajas en el sur de Colombia.
Un viaje lleno de aventuras y confianza en Dios
En algunos países como Nicaragua, visitas previas de miembros de la Orden facilitaban la comprensión de los pobladores sobre la regla de vida de los Franciscanos de la Primitiva Observancia. En otros, los religiosos encontraron algunas dificultades por las inusuales características de su viaje, como sucedió en Panamá. Las autoridades de inmigración «querían ver dinero, una dirección a dónde nos dirigíamos, un tiquete de salida: nada de esto teníamos», recordó el Hno. James. «Fueron los que más se resistieron a dejarnos entrar».
Detalle de la foto del grupo de peregrinos de Boston con el Cardenal Sean O’Malley, Arzobispo. El P. Sheehan se encuentra en el extremo superior. |
Otra frontera memorable fue la de ingreso a Colombia, separada de Panamá por una espesa selva sin carretera, lo cual obligó los religiosos a buscar una embarcación que los llevara por el mar. «Fue muy extraño estar en un pequeño bote de fibra de vidrio con cinco personas durante ocho horas», comentó el P. Sheehan. En Bolivia, indicaciones imprecisas sobre la mejor ruta hacia Brasil hicieron especialmente difícil la travesía.
Caminar y evangelizar
Durante casi un mes, su viaje por Latinoamérica les ofreció muchas oportunidades de evangelizar. En Honduras, un predicador protestante subió a un bus y habló durante quince minutos para finalizar criticando la devoción de los católicos a la Santísima Virgen. Entonces el Padre Sheehan se dirigió a él para explicarle el sentido de la devoción, pero fue rechazado por el hombre, quien prefirió bajarse del vehículo. Entonces el sacerdote comenzó a hablar con los pasajeros para aclarar las confusiones y el episodio les permitió compartir durante una hora la belleza de la doctrina de la fe. «Sus oídos estaban abiertos; ellos tenían hambre de lo que estábamos diciendo», comentó el Hno. James. «Yo sólo pensaba: «Esto no hubiera sucedido en los Estados Unidos»».
En Bolivia, los religiosos fueron llevados por un conductor de bus a ver «algo cultural», que resultó ser un sitio en el cual se realizaban sacrificios paganos de animales. Los pobladores, recordó el P Sheehan, «sacrifican animales, se reúnen en torno al fuego y se emborrachan, y arrojan alcohol al fuego». En este ambiente, el sacerdote sintió un celo misionero: «Me sentí comos San Pablo en Atenas, cuando entró en el Panteón y vio todos esos ídolos, y quiso hablar con la gente acerca de la idolatría y el Dios verdadero».
El P. Sheehan aconsejó entonces al conductor, quien no era cristiano pero que tampoco practicó el ritual indígena, que se alejara de ese ambiente y buscara el sacramento del Bautismo. Como los demás hombres en el lugar estaban ebrios, el sacerdote tuvo que desistir de la idea de predicarles, por lo cual se enfocó en el conductor. «Fue una de esas veces en el viaje en las que definitivamente nos sentimos más misioneros que peregrinos, pero era verdaderamente necesario».
Llegada y retorno
Los peregrinos llegaron finalmente a Río de Janeiro el 18 de julio y se dirigieron a la Catedral de San Sebastián, donde un sacerdote les ofreció alojamiento en su parroquia, fuera del centro de la ciudad, donde estuvieron dos días. Luego, queriendo estar más cerca de los eventos centrales del encuentro pidieron nuevamente alojamiento en la Catderal, donde les ofrecieron un espacio, aunque debían quedarse en el suelo. Los religiosos iban a aceptar la oferta, pero una mujer que escuchó la conversación les dio las llaves de un apartamento que poseía junto a la playa de Copacabana. El lugar quedaba a tan sólo dos cuadras del Altar mayor donde se celebraron las Eucaristías de la JMJ.
Detalle de la foto del grupo de peregrinos de Boston con el Cardenal Sean O’Malley, Arzobispo. El Hno. James se ubicó en el extremo izquierdo. |
Esta historia está llena de aventuras y testimonios cotidianos de la ayuda de Dios apenas corresponde a la mitad del viaje. Obligados bajo obediencia a estar de regreso en su monasterio en la víspera de San Francisco de Asís, el 03 de octubre, los religiosos realizan en este momento el viaje de retorno con los mismos recursos de su primer recorrido: La fe y a confianza absoluta en la providencia divina.
Además, llevan un compromiso adicional: «En aquellas dos horas de oración (el tiempo que según la regla dedican diariamente a la oración mental) ahora empleo mucho tiempo recordando a todos aquellos que nos ayudaron en nuestro camino, orando por ellos», comentó el Hno. James. «Hice muchas promesas de hacerlo durante el recorrido». Los religiosos no aconsejan a todas las personas realizar este tipo de viajes, ya que es «un llamado único que Dios hace a las personas». En su lugar, aconsejaron hacer por ejemplo una peregrinación de un día a un Santuario de la Santísima Virgen, ofreciendo además algún sacrificio, o realizar una peregrinación corta de algunos días o una o dos semanas a lo sumo.
Los religiosos partieron de regreso hacia Estados Unidos el pasado 31 de julio y proyectaban realizar la travesía a través del Río Amazonas, según les han aconsejado en Brasil. A su paso por México esperan detenerse en el Santuario de la Virgen de Guadalupe, donde encomendarán a las personas que conocieron en la Jornada Mundial de la Juventud.
Con información de National Catholic Register.
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