Nagasaki (Lunes, 12-08-2013, Gaudium Press) El Presidente del Consejo Pontificio Justicia y Paz, quien se encuentra en Japón para participar en los actos de los «Diez días por la Paz» convocados por la Conferencia Episcopal de ese país, destacó que «el perdón es el primer paso para conseguir la verdadera paz, don de Dios». Estas palabras fueron pronunciadas durante una Eucaristía en Nagasaki el pasado 09 de agosto, a pocos días de la conmemoración del aniversario del trágico bombardeo que puso fin a la Segunda Guerra Mundial.
(Arriba) Actual Catedral de Urakami. (Abajo) Eucaristía celebrada frente a las ruinas de la antigua Catedral el 23 de noviembre de 1945. |
«El perdón gratuito de Dios», profundizó el cardenal Turkson, «reconstruye la alianza con su pueblo, pero requiere que el mismo pueblo lo reciba con humildad y corazón dolido por los errores». Esta es la disposición indispensable para conseguir la paz, que tiene un origen sobrenatural y no exclusivamente humano.
La unión con Dios debe iluminar los esfuerzos por la paz mundial, explicó, ya que «la paz es el fruto de una colaboración entre Dios y la humanidad». El Presidente del Pontificio Consejo hizo énfasis en la necesidad de un cambio en las voluntades humanas para que acepten seguir el camino de Dios. «Si bien es cierto que es Dios el que ofrece al hombre el don de la paz, también es cierto que la humanidad debe trabajar asiduamente por la paz, con amor», aseguró el Cardenal.
La predicación del purpurado en la Catedral de Urakami (en el sector más afectado por la explosión atómica) recordó las Bienaventuranzas, donde se evidencia que la felicidad que anhela el ser humano no está en la realidad terrena sino en el cumplimiento de la voluntad de Dios. «Jesús enseña que la verdadera paz y la verdadera felicidad van más allá de la humanidad pecadora, la verdadera paz y la verdadera felicidad nos son donadas por el amor de Dios, que no nos trata conforme a nuestros pecados», comentó el Presidente del Pontificio Consejo.
El Cardenal Turkson concluyó su homilía con un llamado a los fieles católicos a trabajar espiritualmente para hacer posible el final de la violencia en el mundo. Los creyentes deben, explicó, «buscar la paz en constante oración, trabajando por paz en el seguimiento de Cristo».
Con información de Radio Vaticano.
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