Castel Gandolfo (Jueves, 15-08-2013, Gaudium Press) «¿Ustedes rezan el Rosario todos los días? … ¿Seguro?», fue la pregunta que hizo el Papa Francisco a los fieles durante la Homilía de la Santa Misa que presidió en Castel Gandolfo por la Solemnidad de la Asunción de María.
En su discurso el Santo Padre recordó que «la oración con María, en especial el Rosario», tiene una «dimensión ‘agonística’, es decir, de lucha, una oración que sostiene en la batalla contra el maligno y sus cómplices».
Foto: Diócesis de Roma. |
Dijo también que María, así como lo hizo con los discípulos de Jesús, no nos deja solos: «la Madre de Cristo y de la Iglesia está siempre con nosotros, siempre, camina con nosotros siempre». Y que Ella participa de una doble condición: «Ella, naturalmente, ha entrado definitivamente en la gloria del Cielo. Pero esto no significa que esté lejos, que se separe de nosotros; María, por el contrario, nos acompaña, lucha con nosotros, sostiene a los cristianos en el combate contra las fuerzas del mal».
En otro momento el Papa recordó que el misterio de la Asunción de María en cuerpo y alma se inscribe también en la resurrección de Cristo: «La humanidad de la Madre ha sido ‘atraída’ por el Hijo en su paso a través de la muerte. Jesús entró definitivamente en la vida eterna con toda su humanidad, la que había tomado de María; así ella, la Madre, que lo ha seguido fielmente durante toda su vida, lo ha seguido con el corazón, ha entrado con él en la vida eterna, que llamamos también Cielo, Paraíso, Casa del Padre».
Finalmente, a ejemplo de María, el Papa llamó a mantener la esperanza: «María dice: ‘Proclama mi alma la grandeza del Señor’, así canta hoy la Iglesia y lo hace en todas partes del mundo. Este cántico es especialmente intenso allí donde el Cuerpo de Cristo sufre hoy la Pasión, donde está la cruz para nosotros cristianos está la esperanza, siempre. Si no está la esperanza nosotros no somos cristianos, por esto a mí me gusta decir ¡no se dejen robar la esperanza! ¡Que no nos roben la esperanza porque esta fuerza es una gracia, un don de Dios que nos lleva adelante mirando el cielo! Y María está siempre allí, cercana a esas comunidades que sufren, a esos hermanos nuestros, camina con ellos, sufre con ellos, y canta con ellos el Magnificat de la esperanza».
Con información de Radio Vaticano.
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