Ciudad del Vaticano (Viernes, 23-08-2013, Gaudium Press) Atendiendo las indicaciones del Papa, la Pontificia Academia de las Ciencias y la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales, junto a la Federación mundial de las Asociaciones médicas católicas han organizado los días 2 y 3 de noviembre en la Casina Pío IV, un grupo de trabajo preparatorio para analizar el tráfico de seres humanos y la esclavitud moderna y para establecer tanto la situación real como un plan de acción para combatirlos.
Según explica Mons. Marcelo Sánchez Sorondo, canciller de la Pontificia Academia de las Ciencias, las ciencias naturales pueden ofrecer nuevos instrumentos para emplearlos contra esta nueva forma de esclavitud, como por ejemplo un registro digital para comparar el ADN de los niños desaparecidos no identificados (incluidos los casos de adopción ilegal) con el de los familiares que hayan denunciado su desaparición.
Según Monseñor Sánchez nadie puede negar que «la trata de seres humanos constituya un crimen terrible contra la dignidad humana y una grave violación de los derechos humanos fundamentales», así como el hecho de que en este nuevo siglo se ha acelerado la formación de «patrimonios criminales».
Él recordó también que el Concilio Vaticano II ya afirmaba que «la esclavitud, la prostitución, el mercado de las mujeres y de los jóvenes, e incluso las ignominiosas condiciones de trabajo, mediante las cuales los trabajadores son tratados como simples instrumentos de ganancia, y no como personas libres y responsables» son situaciones «vergonzosas», que arruinan la civilización humana, deshonran a quienes se comportan de este modo y «menoscaban grandemente el honor del Creador».
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) entre 2002 y 2010 fueron veinte millones novecientas mil las víctimas del trabajo forzado, incluyendo a las víctimas de la trata de personas con finalidad de mano de obra y explotación sexual.
Casa año, según las estimaciones, casi dos millones de personas son víctimas del tráfico sexual, el 60% de las cuales son muchachas. El tráfico de órganos humanos alcanza casi el 1% de esta cifra, con lo que afecta a casi veinte mil personas a las que, con diversas formas de engaño, se les extraen, de modo ilegal, órganos como el hígado, los riñones, el páncreas, las córneas, los pulmones e incluso el corazón, no sin la complicidad de médicos, enfermeros y demás personal. Es claro que las cifras reales deben ser más abultadas, dado el interés de los criminales de ocultar sus actividades.
Con información de Radio Vaticana
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