El Cairo (Lunes, 02-08-2013, Gaudium Press) «Es la primera vez que tengo miedo de salir, realmente miedo», afirma la religiosa italiana Pina De Angelis, religiosa comboniana que ha estado en Egipto durante 28 años. Ella es la coordinadora de las otras 6 religiosas que trabajan en el Hospital Italiano de El Cairo, pertenecientes a diversas comunidades religiosas, quienes laboran y viven en el hospital.
Esta institución de salud, que tiene una amplia trayectoria y es muy reconocida, fue construida por la otrora pujante comunidad italiana presente en el país africano. Hoy, además de atender a la comunidad egipcia, se encarga de la asistencia médica del clero católico, y de esporádicos turistas italianos. Las religiosas que allí prestan asistencia, son muy apreciadas por todos.
«Algunas veces pacientes [musulmanes] me buscan y quieren hablar. Un hombre mayor, un paciente de diálisis, siempre pide verme, y si no me encuentra, la siguiente vez que me ve pregunta ‘¿por qué no me has buscado’ » declara la hermana Pina.
A pesar del temor que sienten, las religiosas continúan diligentemente con sus quehaceres rutinarios. A los amigos y colegas que le sugieren el regreso a Italia, la Hermana De Angelis les responde que «ahora es el momento adecuado para estar aquí porque, en primer lugar, no quiero escapar de las dificultades, y en segundo lugar, para que los egipcios vean que somos parte del pueblo egipcio».
A su turno, la hermana Elizabeth Azim, de las Hermanas Franciscanas del Inmaculado Corazón de María, culpa de la violencia reinante a los terroristas. Ella que es egipcia, dice que los musulmanes «regulares» no tienen problema. «Aquello que está ocurriendo no es el trabajo de musulmanes, sino de terroristas», afirma. Recientemente, una escuela del sur de Egipto conducida por religiosas de su comunidad fue atacada. Una mujer musulmana tomó a tres de las religiosas de la escuela y les dio abrigo en su casa.
«Si nosotros perdemos algunas de nuestras escuelas e iglesias para eventualmente librarnos del terrorismo, entonces ese es un precio que hay que pagar», dice la hermana Elizabeth.
Entretanto, remanentes del conflicto también se sienten al interior del Hospital, ocasionando debates entre los funcionarios, muchos de ellos musulmanes. Una de las religiosas fue testigo de una álgida discusión, en la que uno de los participantes decía «Dios no aprueba que un hermano hiera a otro».
Con información del Catholic News Service
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