Ciudad del Vaticano (Lunes, 09-09-2013, Gaudium Press) En su homilía de la Santa Misa ofrecida el pasado viernes en la Capilla de la Casa Santa Marta, el Papa Francisco comentó parte del Evangelio del día (San Lucas 5, 33-39) cuando Jesús responde a una pregunta de los fariseos con otra pregunta que remite a la alegría y fidelidad y los deja confundidos: «¿Los invitados a un matrimonio pueden hacer ayuno mientras el novio está con ellos?».
El Santo Padre recordó que Nuestro Señor hace varias referencias a las imágenes del esposo, del matrimonio, relacionándolas con las nupcias de Cristo con la Iglesia. «Creo que este es el motivo más profundo por el cual la Iglesia preserva tanto el Sacramento del Matrimonio, porque es justamente la imagen de la unión de Cristo con la Iglesia», dijo el Papa.
Partiendo del trecho del Evangelio en que Jesús responde a los escribas, el Papa discurrió sobre dos actitudes con las cuales el cristiano debería vivir esas nupcias: Antes que nada, con alegría, porque es una gran fiesta. «El cristiano es fundamentalmente jubiloso. Al final del Evangelio, cuando traen el vino, cuando habla del vino, pienso en las bodas de Caná: y por eso Jesús hizo aquel milagro; María percibió que no tenía más vino, pero sin vino no hay fiesta…. Ya pensó terminar las bodas tomando té o jugo: no se puede… es fiesta y Nuestra Señora pide el milagro. Y así es la vida cristiana, alegre, alegre de corazón». Hay momentos de cruz, de dolor, pero hay siempre aquella paz profunda del júbilo.
Si la primera actitud es la fiesta, «la segunda es reconocerlo como el único», «como el único Esposo», afirmó el Papa que continuó: Él «es siempre fiel y pide a nosotros fidelidad». No podemos servir a dos Señores: o se sirve a Dios o se sirve al mundo.
La segunda actitud del cristiano debe ser, entonces, de fidelidad: «Reconocer a Jesús como el todo, el centro, la totalidad. Pero siempre tendremos la tentación de tirar esta novedad del Evangelio, este vino nuevo en actitudes viejas… Los odres viejos no pueden llevar el vino nuevo. Es la novedad del Evangelio. Que el Señor nos dé, a todos nosotros, la gracia de tener siempre esta alegría, como si fuésemos al matrimonio. Y también tener esta fidelidad al único esposo, que es el Señor».
Para el Papa Francisco, esta segunda actitud nosotros la encontramos en la parábola de las nupcias del hijo del rey. Todos fueron invitados, buenos y malos. Pero cuando la fiesta inicia, el rey mira para quien no tiene las vestimentas nupciales y los reprende.
Alguien podría preguntar, dijo el Papa, «… pero, padre, ¿cómo así? ¿Ellos se encuentran en el cruzamiento de los caminos y se pide a ellos la vestimenta nupcial? ¿Qué significa esto?’. Y él mismo responde «¡Es muy simple! Dios nos pide solamente una cosa para entrar en esta fiesta: la totalidad. ¡El Esposo es el más importante; el Esposo llena todo! Y eso nos lleva a la primera Lectura, que nos habla tan fuertemente de la totalidad de Jesús, el primogénito de toda la creación. ¡En él fueron creadas todas las cosas, por medio de Él y en vista de Él! Él es el centro, todo». (JSG)
Con informaciones de la Radio Vaticana.
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