domingo, 24 de noviembre de 2024
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Dios, la elección correcta para nuestras vidas

Belén (Lunes, 09-09-2013, Gaudium Press) El Arzobispo de Belén de Pará, Mons. Alberto Taveira Corrêa, en reciente artículo, escribió sobre las elecciones que debemos hacer en nuestras vidas, al mismo tiempo agradando la voluntad de Nuestro Señor y siendo felices consigo mismos.

Mons. Alberto explicó que «desde toda la eternidad, fuimos amados y escogidos por Dios para ser felices y santos (Cf. Ef 1,4). Su plan de amor está descrito en las primeras páginas del Libro del Génesis (Cf. Gn 1,1-2,25) de forma magnífica, llegando a la conclusión cargada de optimismo, de que ‘Dios vio todo lo que había hecho, y era muy bueno’ (Gn 1,31)».

1.jpgSegún el prelado, el hombre y la mujer no fueron pensados por Dios como automáticos, «a ser controlados por cualquier tipo de control remoto», pero sí, «para ser participantes y socios en la construcción de la propia aventura de felicidad».

Ilustrando un poco más su artículo, Mons. Alberto contó sobre la experiencia que tuvo cuando conoció a un joven interno que formaba parte del proyecto de rehabilitación de la Hacienda de la Esperanza [centro de rehabilitación de farmacodependientes]. Él narró el momento en que el joven le mostraba que deseaba vivir la libertad, y entonces, «escogió recorrer la estrada más exigente, tornándose después una persona integrada en la Iglesia y la Sociedad».

«De la misma forma, todos los discípulos y discípulas de Jesucristo, sin excepción, deben enfrentarse, más temprano o más tarde, con el Señor que les pregunta respecto a sus opciones más profundas, cuyas consecuencias condicionan las decisiones cotidianas a ser tomadas. Lo mejor es decidirse en seguida, aprender a usar el magnífico don de la libertad para buscar lo que es digno de los seres humanos, creados a imagen y semejanza de Dios», resaltó.

El Arzobispo de Belén afirmó que el testimonio de San Lucas le llamaba mucho la atención debido a la exigencia del Evangelista dirigida a muchas personas, incentivándolas a buscar a Dios y a renunciar a todo lo que tenían para seguir el camino del Padre.

«Todos serán puestos delante de la elección a ser hecha, como respuesta de amor a quien nos escogió, nos concedió el regalo de la vida, de la libertad y del camino de realización y felicidad», explicó.

Luego, indagó a los lectores si «es posible pasar la vida entera en esta tierra sin hacer esta opción fundamental de la existencia, escogiendo migajas, cuando fuimos hechos para la plenitud de Dios y con Dios, que no excluye la convivencia con las otras personas y el valor a ser atribuido a todo lo que Dios hizo».

La respuesta para esta pregunta, Mons. Alberto reveló: «Cuando no se hace esta elección, la vida parecerá una construcción mal planeada y realizada. Las frustraciones no son necesariamente resultados de las eventuales fallas en el proceso de edificación de la existencia, sino de la falta de claridad en los objetivos a ser alcanzados. La burla puede venir de dentro o de afuera. La nota baja dada por la propia persona acostumbra a tornarse un espectro que acompaña años y años de una vida».

Al hacer una pequeña comparación, usando el ejemplo de la parábola de la sal contenida en el Evangelio de San Lucas, el prelado afirmó: «La sal es buena. ¿Pero si hasta la sal pierde el sabor, con qué se ha de salar? No sirve ni para la tierra, ni para el estiércol, sino solo para ser arrojada afuera. Quien tiene oídos para oír, que oiga» (Lc 14,35)».

«¡O somos aquello que corresponde a nuestra vocación, o entonces no serviremos para nada, ni para abono! Que la pequeña parábola nos ponga en una crisis fecunda, para que no falte al mundo la presencia de quien fue llamado a ser sal, luz y fermento del Reino de Dios», exhortó.

De acuerdo con Mons. Alberto, la edificación de la existencia llevará en cuenta a las otras personas, pero también, llevará a buscar el bien de los otros. «Si Dios es amado por encima de todas las cosas, estas tendrán su importancia, ¡sin exageraciones! Los bienes materiales serán buscados y al mismo tiempo compartidos. Quien haga la opción por Dios no temerá a los desafíos, las crisis o persecuciones».

De esta forma, como explicó el Arzobispo, sabiendo lo que fue escogido para nuestra propia vida, podemos madurar, teniendo «la necesaria serenidad para buscar nuevos caminos», buscando orientación y apoyo en quien pueda oírnos, aconsejarnos y acompañarnos, pues «esta es una forma para entender los llamados ‘consejos evangélicos’ de la castidad, pobreza y obediencia, proclamados por Jesús para todos sus discípulos».

Finalizando su artículo, Mons. Alberto enfatizó: «Quien tenga el coraje de rehacer, a la luz del Evangelio, sus opciones de vida, experimentará que un mundo diferente y nuevo es posible. Solo que precisa comenzar aquí, dentro de lo más íntimo del corazón y de las elecciones de cada hombre y cada mujer, discípulos de Jesucristo, que aguarda a todos como misioneros del Reino de Dios». (LMI)

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